La muerte de Rocío Jurado supuso el mazazo más duro de la vida de Ortega Cano. El diestro era la imagen del dolor. Estaba abatido y solo. En la capilla ardiente de la más grande, el diestro estaba apartado de los Mohedano y en ningún momento se vio una imagen de cariño de Rocío Carrasco hacia su padrastro.