El torero madrileño ha formado un alboroto ya con el capote, pues saliéndose para fuera hilvanó ocho lances de gran despaciosidad a un toro con duración, clase y profundidad en su embestida. Inició por estatuarios una faena en la que hubo cambios de mano soberbios, dos series redondas y realmente rotundas con la mano derecha, series con la zurda de mucho enganche, siempre por abajo, arrebujado y reunido, para cerrar con un exquisito cierre con trincherillas, afarolados, muletazos de desprecio y otros rodilla en tierra muy bellos.
El quinto se dio la vuelta al revés en el capote y pecó de cierta sosería y un molesto calamochear en los primeros compases de la faena, defectos que no fueron óbice para que el madrileño se impusiese al astado con el que dio la impresión de jugar en varios pasajes de otra labor de torero privilegiado. Hubo dos series con la derecha de gran nivel, otrs más en corto de seis naturales a pies juntos cumbre, un pinchazo, cinco manoletinas y una estocada, antes de pasear el doble trofeo.
Morante anduvo decidido y asentado con el tercero, toro de mejor inicio que remate del muletazo, que tendió a puntear y no desplazarse del todo. Hubo lances extraordinarios y con la muleta, muy entregado y bien colocado siempre, extrajo dos series de gran entidad con la derecha y cosas sueltas de enorme valor con la zurda. Hizo cosas bonitas a un toro que no embestía bonito. Y mucho garbo y torería.
Aparicio destacó con el capote en el primero, toro noble al que el torero saludó de manera apaulada. Cerrado en tablas por el viento anduvo dispuesto el torero, dio la impresión de que podía pasar algo, pero aparte de muletazos sueltos de gran belleza el trasteo no cogió cuerpo. Destacó la estocada. El cuarto fue molesto, tuvo picante, y el torero le tocó pronto los costados antes de irse a por la espada. Quiso con el capote en el sexto, que mató por Morante, pero en la muleta el toro no tuvo clase y él tampoco se confió.
Plaza de toros Monumental. Última de la Feria de La Merced. Lleno. Toros de Núñez del Cuvillo, el segundo como sobrero, nº 85, Jarandero, de 528 kilos, fue premiado con la vuelta al ruedo. De justa presencia, desigual tipo y variado juego. Julio Aparicio, ovación, pitos y pitos; José Tomás, dos orejas y dos orejas; Morante de la Puebla, oreja en el único que mató. Sufrió una lesión en la mano al entrar a matar.