Año de polémica y sorpresa

MIGUEL Gª MANGLANO 05/03/2008 16:37

Los movimientos que se realizaron durante la pretemporada auguraban un Campeonato del Mundo totalmente distinto a los anteriores. El duelo entre dos escuderías históricas con ganas de cambiar su inercia depararía grandes sorpresas en la confección de sus nuevos proyectos.

Fernando Alonso llegó a McLaren-Mercedes tras consagrarse como el mejor piloto del mundo con un segundo título consecutivo. Por su parte, Ferrari afrontaba una temporada de transición en la que su gran estandarte, Michael Schumacher, se retiraba dejando la necesidad de un cambio generacional. Ese giro llegaría con la incorporación de un Kimi Raikkonen hambriento después de un año aciago en McLaren.

Los teóricos segundos espadas de los favoritos presentaban perfiles totalmente opuestos. En la escudería británica debutaba un prometedor Lewis Hamilton que contaba con el impagable aval de su patrón Ron Dennis, mientras que Ferrari optó por toda una garantía, un Felipe Massa que quería reivindicarse al volver a ser relegado por Raikkonen.

Golpe de autoridad de Fernando Alonso

Con las dos primeras carreras se hicieron buenos los pronósticos. Raikkonen comenzó apabullando en Australia, aunque poco tardaría en responder Fernando Alonso. El asturiano sólo necesitó un Gran Premio para dar un golpe de autoridad en Malasia. Su compañero Hamilton se aupó junto a él en el podio. Un primer doblete de McLaren que daba muestras del potencial de la escudería plateada.

La confirmación de Hamilton llegaría en el Gran Premio de España. Como ha sucedido en las últimas ediciones, al término de la carrera, los espectadores españoles se quedaron con una sensación agridulce.

Alonso sólo pudo firmar un tercer puesto que en otras ocasiones hubiera supuesto motivo de celebración. El problema estaba en los otros dos escalones del podio.

El Premio lo ganó Felipe Massa, pero el triunfador fue, de nuevo, Lewis Hamilton. Esos ocho puntos le dieron el liderato al británico por primera vez.

Conflictos internos en McLaren

La victoria del protegido de Ron Dennis en Canadá empezaría a sembrar las envidias y desconfianzas en McLaren. Alonso únicamente pudo sumar 4 puntos y Hamilton se aferraba con más fuerza al liderato del Mundial. El asturiano comenzaba a observar que el trato recibido, tanto por él, como por su monoplaza, no era igual que el que obtenía su compañero.

Ese día ocurrió un milagro sobre la pista, o al menos eso quieren creer lo devotos de Juan Pablo II. El polaco Robert Kubika sufrió el accidente más escalofriante del año. Su coche se desintegró literalmente, pero el piloto de BMW salió ileso. En su casco había una inscripción con el nombre del anterior Papa, motivo suficiente para creer en una acción divina. Desde luego, viendo cómo quedó el monoplaza parece hasta razonable.

El Campeonato seguía y los Ferrari continuaban acechando, como si no quisieran entrar en esa batalla, a la pareja más polémica. La guerra entre Alonso y Hamilton se recrudecía con declaraciones incendiarias de ambos y la incapacidad de Ron Dennis para atajarla a su debido tiempo.

Alonso, inmerso en un ambiente demasiado tenso incluso para él, se reivindicó como debe hacerse, sobre el asfalto. Concretamente fue en el Gran Premio de Europa, con un adelantamiento histórico a Massa en el que se podía interpretar la rabia del asturiano. Las reprimendas en el pesaje de un Massa que se vio superado, no lograron quitarle de la cabeza el importante paso hacia el título que había dado.

El resto de escuderías se limitaron a asumir el papel de espectador. Heidfeld, Kubika y un prometedor Kovalainen, se salvaron de la criba. Ellos tres formaron el grupo de pilotos que no se limitaron a representar un papel pasivo en esta película.

El error de Ron Dennis

El Gran Premio de Hungría fue el punto de inflexión de este Mundial. En los entrenamientos oficiales, una decisión errónea de Ron Dennis (presuntamente involuntaria), provocó una sanción de la FIA a Alonso que entregaba la pole y la posterior victoria al británico. El asturiano se quedó solo.

Si la situación en McLaren ya era complicada, faltaba el aderezo de una trama de espionaje al más puro estilo 007. Uno de los mecánicos de McLaren disponía de información confidencial de Ferrari que hizo llegar a más compañeros.

Los pilotos españoles declararon primero ante la FIA, a cambio de no recibir sanción. Hamilton tardó más en hacerlo. El organismo regulador de la Fórmula 1 fue tajante y multó con 100 millones de dólares y la pérdida de todos sus puntos a la escudería plateada. Alonso pasaría a estar en el punto de mira de Ron Dennis.

Ferrari tenía en bandeja el Mundial de Constructores, un premio de consolación que sabe a poco a una escudería diseñada para ganar. La estrategia debía cambiar.

En el Gran Premio de Italia, Alonso le devolvería el golpe a Hamilton con una victoria cargada de reivindicación que le permitía seguir soñando con la remontada, y con su tercer título Mundial consecutivo.

Accidente de Alonso en tierras asiáticas

En tierras asiáticas, el asturiano estuvo a punto de recibir el toque de gracia. En el Gran Premio de Japón, con una lluvia espectacular, Alonso falló en su hábitat. Un accidente brutal le impidió terminar el Gran Premio y le puso en bandeja de plata el Campeonato del Mundo a su 'enemigo íntimo', o al menos eso parecía.

China brindó a la afición uno de los momento más intensos del año. Cuando mejor lo tenía Hamilton para hacer historia, el pinchazo de una de sus ruedas, y su escasa capacidad de maniobra, dio un vuelco a la situación. El británico se salió de pista cuando se dirigía a boxes y decía adiós a sus opciones de ganar el Mundial en China. En un segundo plano, mientras tanto, las opciones de Ferrari, y de Kimi Raikkonen crecían y McLaren parecía no percibirlo.

Brasil: decisión final

Todo se decidiría dos semanas después en el Gran Premio de Brasil. Interlagos dictaría la sentencia del Mundial más polémico y disputado de los últimos años. Hamilton, y el resto de McLaren, contra Alonso, en una carrera que pasará a la historia de la Fórmula 1.Los Ferrari, sin hacer mucho ruido seguían barajando sus opciones de cara al mundial.

Con todo el país volcado con Alonso, el asturiano no supo como afrontar un Gran Premio de Brasil que empezaba de manera complicada, con unas clasificaciones en las que sólo pudo ser cuarto.

El sueño de Interlagos

Una salida espectacular permitió soñar con un triunfo de Alonso, pero fue un espejismo. El asturiano fue mucho más hábil que Hamilton. El británico pagó su inexperiencia y se salió de pista al poco de salir, mientras que los Ferrari culminaron su evolución con un Gran Premio perfecto. Massa le cedió el triunfo a Raikkonen, lo que le sirvió al finés para devolverle a Ferrari su grandeza histórica con otro mundial. Así McLaren ha protagonizado el ridículo más espantoso que se recuerda.

Apoyaron a un piloto que no dio la medida en el momento clave, y Alonso, sólo contra todos, no pudo darle un triunfo mundial al gran perdedor, Ron Dennis.