Cada vez se compran más animales de raza. El capricho de un niño, un regalo de navidad, la búsqueda de un cachorro idéntica a la del anuncio del papel higiénico... Los compradores buscan la raza pura, el color exacto, la mancha de "pirata" en un ojo de un pequeño bulldog, o el cachorro de Westy que tanto recuerda al protagonista de la película de Disney... "Mientras los animales de las protectoras esperan a que alguien los adopte", proclama casi con desesperación Matilde Cubiño, presidenta de Amnisitía Animal de Madrid.
Los principales problemas de este tráfico de animales vía los países del Este es que se han dado casos de animales que llegan enfermos o con los papeles falsificados. Falsos pedigríes, vacunas inventadas, etc. El transporte se hace por carretera, 2.500 kilómetros donde los perros conviven, en ocasiones, hacinados los unos con los otros, algunos mueren en el camino. Pero no es peor que la vida que llevaron en los criaderos donde nacieron: verdaderas factorías de procreación, "las hembras son explotadas sin descanso, nunca salen de sus jaulas y están rodeados por sus propias heces", asegura Matilde.
Este gran negocio ha hecho que muchos particulares vendan en sus propias casas. Localizamos una en la que la propietaria aguarda a vender a sus casi 30 perros. Los trae de Budapest y la media del precio que cobra son los 400 euros. Todo lo hace de manera clandestina, sin licencia de venta ni posesión de animales, no tiene permiso de la Comunidad de Madrid de núcleo zoológico -sin embargo ganaba grandes cantidades de dinero negro- y decimos ganaba, porque tras este reportaje el Área de Protección Animal de la Consejería de Medio Ambiente de la Comunidad de Madrid le ha retirado todos los cachorros y ha abierto un expediente sancionador.
En todo este entramado, en el que algunas veces se pueden encontrar verdaderas mafias que trafican ilegalmente con animales, los perjudicados son los cachorros y los propietarios últimos que adquieren su animal de compañía. Como Diana, que compró su gata en una tienda de animales. Tiene 3 meses de edad, aunque en su cartilla reflejaba que había nacido hace 3 años, además venía vacunada de la rabia, algo que si fuera cierto la habría matado porque no se puede vacunar de la rabia antes de los 3 meses. Y una última irregularidad, la destetaron antes de un mes y recorrió todo el duro viaje desde Hungría hasta España enferma. Diana lleva 600 euros gastados en veterinario y cada día lucha para que "Lola" sobreviva.
La mayoría de estos comercios ofrece una garantía, si tiene enfermedad vírica o muere, la puedes devolver y te dan otra -sin embargo, no es un bolso- Por eso la mayoría de los propietarios asumen el problema de su animal de compañía y en muy pocas ocasiones denuncian.
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