Dentro del santuario, entorno a la gruta donde supuestamente apareció la virgen, hay tres pasos que todo fiel ha venido a dar. Beber o embotellar el agua del manantial, tocar las paredes de la gruta donde supuestamente apareció y poner velas para pedirle a la virgen.
Alrededor hay pequeños contenedores con velas y botellitas es gratis, aunque un cartel recuerda que lo aconsejable sería echar uno o dos euros como voluntad.
Pero cuando salimos del santuario todo cambia radicalmente. Hay calles dónde todas las tiendas son de material religioso. Velas, medallas, llaveros, libros, estatuas, cruces todo lo que se pueda uno imaginar en relación a la virgen.
En la calle hay autobuses y trenes turísticos que nos llevan a los lugares claves de Lourdes. La casa donde vivió Bernardette, la cárcel donde fue encerrada, etc.
Hace muchos años que Lourdes (la ciudad) se dio cuenta que aquí había un gran negocio. Y no se equivocaron. Lourdes recibe cada año a más de seis millones de personas que vienen a ver a la virgen de lo milagros.
Todos esos fieles se dejan más de treinta millones de euros en la ciudad. Más del 80 por ciento de los negocios están dedicados al turismo religioso. Con tan sólo 17 mil habitantes es la segunda ciudad con más hoteles de Francia, 450 hoteles en este pequeño pueblo de lo Pirineos franceses.
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