Padilla se salva de milagro y corta una oreja en una atípica corrida de Miura

AGENCIA EFE 11/07/2010 20:44

Pamplona, 11 jul (EFE).- El diestro Juan José Padilla se salvó de milagro de lo que pudo ser una fuerte cornada por el primer toro de la ganadería de Miura al que acabaría cortándole una oreja en una atípica corrida de esta legendaria divisa, hoy en Pamplona.

FICHA DEL FESTEJO.- Toros de Miura, grandes y con pitones, con una media por encima de los de seiscientos veinte kilos, desrazados y deslucidos.

Juan José Padilla: estocada (oreja); y dos pinchazos y estocada caída (silencio tras aviso).

Rafael Rubio "Rafaelillo": pinchazo, estocada casi entera y descabello (ovación); y estocada casi entera y pescuecera, y siete descabellos, doblando el toro (silencio tras dos avisos).

Javier Valverde: dos pinchazos, otro hondo y dos descabellos (silencio); y media y descabello (silencio).

La plaza tuvo dos tercios de entrada con la solanera de las peñas vacía, en tarde de calor africano.

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EL FÚTBOL GANÓ A "LOS MIURAS"

Estaba la plaza pendiente sobre todo del encuentro España-Holanda. Desde antes de empezar incluso no se hablaba de otra cosa.

Hasta las peñas, que presumen de antiespañolistas, habían decidido que esta jornada fuera de protesta por no se sabe qué reivindicación de presupuesto para sus actividades. Y así, aunque fuera de tapadillo, algunos, si no la mayoría, pudieron ver también el partido sin el agobio de abandonar la plaza precipitadamente, como ocurrió con gran parte de "la sombra".

Y dado el escaso contenido que tuvo el festejo, todavía se habló más de fútbol.

En circunstancias normales el público hubiera esperado cuando menos al arrastre del quinto toro para marcharse, pero empezó el éxodo nada más doblar el cuarto, cuando todavía faltaba más de media hora para el comienzo del partido.

Fue una corrida de Miura que no pareció tal, por sus pocas fuerzas, su escaso brío. Y eso que ninguno de los tres toreros renunció de antemano al esfuerzo.

Ahí estuvo Padilla y su ejemplo, después de una tremenda voltereta en el que abrió plaza. Cayó en la cara del toro, y mientras lo tuvo prendido se vivieron momentos de mucha angustia. Tremenda la estampa cuando se zafó por fin de los pitones, hecho unos zorros.

Le llevaron a la enfermería. Maltrecho era poco. Pero fue entrar y salir. Otro gesto de Padilla. Después de unas manoletinas y un desplante, al caer el toro de la estocada le premiaron con una oreja. Otra vez a la enfermería para saber a ciencia cierta qué tenía además de los numerosos golpes, y paseó el trofeo el peón de confianza Vicente Yesteras.

Fue el premio a una secuencia muy emotiva. Lo de más relieve en la tarde dada la escasa aportación de los toros.

El gesto de volver a salir de la enfermería para matar el cuarto no sirvió de nada. Un toro desrazado y deslucido, sin emplearse en el caballo, sin empujar en la muleta, embistiendo al paso. O no andaba, o no pasaba.

Padilla lo había recibido con una larga de rodillas en el tercio, y por mucho que lo intentó en la muleta aquello no fue a ninguna parte. Tras un ligero trasteo por la cara, a matar.

"Rafaelillo" dejó también patentes sus ganas de triunfo con las tres largas cambiadas en el recibo a su primero, y la apertura de faena a éste asimismo de rodillas. Pero el toro se negó en redondo, haciendo imposible todos los intentos. Si acaso algún pase aislado por el pitón izquierdo tuvo su aquel. Todo a base de estar muy encima y aguantando mucho, mientras el toro se paraba por momentos.

El quinto se lo puso todavía más difícil, andarín, sin poder adivinarle la intención, lo que se dice una embestida desconcertante. "Rafaelillo" se la jugó otra vez hasta que la faena terminó en unos compases desvaídos. Sonó un aviso antes de montar la espada. Y lo pasó mal para deshacerse de él, tanto que el compañero Padilla, director de lidia, se vio en la obligación de salir a echarle una mano con el capote mientras lo descabellaba con el reloj a punto de marcar el tercer aviso.

Desde luego hubiera sido una injusticia que el toro terminara volviendo a los corrales. No se merecía "Rafaelillo" esa afrenta después de la actuación tan sincera y valiente que había tenido.

Valverde tampoco tuvo tela que cortar. Parece mentira que su primero, una auténtica babosa, pudiera llevar el hierro de Miura. Toro soso, sin "transmisión" y que por no tener no tuvo ni peligro. No obstante, el salmantino hizo su apuesta de faena, aunque no llegara a ninguna parte.

También el sexto le costaba un mundo tomar los engaños, tardo y de medias arrancadas. Valverde, más de lo mismo, volvió a empeñarse en lo imposible.

Terminó la corrida como empezó. La gente pensando en el fútbol. Cuando arrastraban el sexto había menos de media plaza.