La NASA planea un rover a vela para enviar a Venus en 2023

EUROPA PRESS 03/03/2016 14:55

El objetivo es que este rover, del tamaño de una tabla de windsurf, realice una misión nominal de 50 días en la superficie de Venus. Tras cuatro meses de viaje, el aterrizador se separaría de la nave principal en la órbita de Venus, para atravesar la espesa atmósfera del planeta. Tras un aterrizaje con las ruedas hacia abajo en posición vertical, unos artefactos pirotécnicos separarían el robot para explorar la superficie.

Cargado con unos 22 kilos de carga científica, el rover se movería con la propulsión proporcionada con una vela de perfil de ala de 8 metros.

"En realidad, la vela es rígida, como un ala vertical con células solares sobre su superficie", declaró a Forbes Geoffrey Landis, científico a cargo del rover y físico del Centro Glenn de la NASA. "Sin embargo, bajo las condiciones de Venus estas células son muy ineficientes", declaró.

De hecho, la ausencia prolongada de la Humanidad de la superficie de Venus (los soviéticos enviaron naves en los años 70) no ha sido debida a la falta de interés en lo que a menudo se ha denominado el planeta olvidado. Después de todo, Venus está situado más cerca de nosotros que Marte, pero el entorno hostil de su superficie suscita grandes retos.

La presión en la superficie del planeta es 92 veces la de la Tierra, con un promedio de temperaturas en superficie de 450 grados Celsius. La espesa capa de nubes hace que sólo sin el uno por ciento de la producción solar total llegue a la superficie. Como resultado, ninguna nave que ha llegado a Venus ha podido operar más de dos horas en superficie.

Para el aterrizaje de Zephyr, la NASA busca un lugar plano "que se parezca más a un estacionamiento de asfalto y menos como una trampa de arena", dijo Landis.

La nave soviética Venera 10 aterrizó a los pies del volcán Theia Mons, un lugar llano, no muy lejos del ecuador de Venus en el cuadrante noroeste del planeta, con un poco de viento. Con su denso ambiente, sin embargo, las velocidades del viento de sólo 3 kilómetros por hora deberían ser suficientes para propulsar el vehículo hasta un centenar de metros al día; o varios kilómetros a lo largo de la misión.

La carga científica del vehículo sería escueta: una cámara panorámica de alta resolución de color, instrumentación meteorológica, un brazo robótico y perforaador con un espectrómetro de rayos X de partículas alfa para determinar composición química; y la tecnología de las comunicaciones de radio que pueden utilizar el orbitador como un repetidor hasta la Red de Espacio Profundo de la NASA.

"Cuando Venus está en su punto más cercano a la Tierra, el desfase de comunicación es un poco más de cuatro minutos", dijo Landis. "Eso es demasiado tiempo para controlar la misión desde Tierra en tiempo real, por lo que el vehículo deberá ser estacionado con la vela plegada mientras los controladores de tierra examinan el terreno y deciden el próximo objetivo."

Una vez que los comandos de control han sido enviados a la nave, dice Landis, el orbitador entonces retransmitiría los comandos al rover.

Los científicos planetarios creen que gran parte de Venus es muy joven geológicamente debido a algún tipo de vuelco catastrófico inexplicable que transfiere calor desde el interior del planeta a su superficie. Como resultado, el planeta parece estar plagado de flujos de lava recientes. Zephyr puede encontrar respuestas a tales dilemas si llega a la superficie.

Landis y su equipo investigan la nueva tecnología de semiconductores a base de carburo de silicio y nitruro de galio con el fin de que la electrónica del explorador funcione bajo altas presiones y temperaturas. "Sin electrónica de alta temperatura", dijo Landis, "ni siquiera se puede ser capaz de pensar en esto".