Y este problema, que se tratará en la COP21, no debe centrarse tan sólo en una conferencia. Si bien es una buena oportunidad, el cambio climático debe estar permanentemente presente tanto en la agenda del poder político como de la ciudadanía. Por ejemplo, y siguiendo en esta línea, la UE debería redoblar su ambición para afrontar el desafío de mantener el cambio climático muy por debajo de 1,5 ° C.
En Equo y en los partidos verdes europeos hemos analizado la situación y exigimos a la UE intensificar sus ambiciones en la lucha contra el cambio climático para que coincidan con la urgencia de la situación. Y no es tarea fácil, por lo que para ello debe ser coherente con una reducción lineal de las emisiones de carbono hacia la eliminación total para el año 2050 y, por lo tanto, aumentar su propia meta de reducción en 2030 al 60%.
Predicar con el ejemplo es la única forma de que la UE fomentará que todos los países presenten una contribución adecuada a la situación de emergencia. Esta mayor ambición climática puede beneficiar a la UE, y a la vez impulsar a que otros países intensifiquen sus esfuerzos en la lucha contra esta amenaza.
Sobre todo, existe una necesidad urgente de crear un camino efectivo y consistente que asegure un incremento no mayor a 1,5°C, aunque en la COP21 se haga referencia a los dos grados. Un camino que, según las medidas presentadas por la UE no alcanzaría, sin medidas adicionales, los objetivos superarían las emisiones con el Protocolo de Kyoto.
Debe haber un esfuerzo adicional más allá de las premisas que los países pretenden o no seguir. En primer lugar, el Protocolo de París tiene que fijar la eliminación global de todas las emisiones de carbono y un horizonte de energía 100% renovable para el año 2050.
La clave está en que el Protocolo de París debe ser jurídicamente vinculante y aplicable a todos los países. Así podríamos someter los compromisos a un proceso de revisión periódica para ver si hay avances, si es posible adaptar las medidas a nuevos descubrimientos científicos, así como garantizar la justicia de esos compromisos. Sin eso, los países no estarán comprometidos y la lucha contra el cambio climático saldrá, tan pronto como entró.
Una vez fijados estos objetivos no podemos dejar de lado la necesidad de establecer un sistema común para medir las emisiones de gases de efecto invernadero. Deben ser acordadas normas para el monitoreo, comunicación y verificación de las emisiones, para todos igual y que sean transparentes y cuantificables.
También está, como siempre, la cuestión económica. Para llevar a cabo estas medidas, obviamente es necesario aumentar la financiación. El Protocolo de París tiene que establecer una financiación internacional adecuada, así como un mecanismo para abordar las pérdidas y daños. Desde EQUO y los verdes hacemos una llamada a la UE para actuar colectivamente y utilizar los ingresos de fuentes independientes a los Estados miembros como las medidas presupuestarias anuales, tales como los ingresos de subastas ETS y el impuesto sobre las transacciones financieras.
Por último, debemos mantener los derechos humanos en el centro de la acción climática. El respeto, la protección y promoción de los derechos humanos son un requisito, sin eso no habrá desarrollo posible, ni sostenible, ni de ningún tipo.
La cuestión no es si el cambio climático está ocurriendo, sino saber si somos capaces de cambiar antes de que los daños sean irreparables en la atmósfera, océanos, riberas de los ríos, bosques y en la cadena trófica que transporta, transforma y transmite efectos indeseables y hasta mortales a especies vegetales, animales y humanas aún antes de nacer.
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Juantxo López de Uralde* es coportavoz de EQUO y nº 1 por Álava en la lista de Podemos