Es muy probable que el calor te quite las ganas de salir de casa a partir del mediodía. Pero tu mascota tiene que despejarse sí o sí. Reorganiza los horarios en los que habitualmente sacas a tu perro para que no coincidan con el tramo en que el sol pega con más fuerza (entre las 12 y las 18 horas).
Las mascotas también pueden sufrir de deshidratación y golpes de calor. Así que, siempre que estéis fuera de casa, el agua es un requesito imprescindible: las fuentes no siempre están cuando las necesitas. Refréscale, échale agua por la nuca o por el abdómen y manteneros siempre bajo la sombra. ¡Tu perro te lo agradecerá!
Si durante todo el año, estar pendiente del agua y la comida de tu mascota ya es crucial, cuando se acerca el verano aún más. Si el cuenco está vacío, no beben. Y que se mantengan hidratados está en tu mano. Que no les falte nunca el líquido, porque recuerda: pueden morir con tan solo perder el 12% del agua corporal.
Qué bien sienta cuando, tras un duro día fuera de casa, tienes un rato para sentarte en el sofá y hacer clic al aire acondicionado, ¿verdad? Pues, aunque se nos olvide, a los perros también les encanta ese ritual. Ayudará (y mucho) a que su temperatura corporal permanezca estable.
Con la llegada del verano, pasar por la peluquería es de obligado cumplimiento. Las melenas no son del todo compatibles con las altas temperaturas. Pero con los animales sucede todo lo contrario. El pelo no solo les sirve como protección ante el frío. También ante el calor. Y de raparles el pelaje en demasía, los animales pierden el subpelo que les sirve de barrera ante peligros como las picaduras o la radiación ultravioleta.