El problema reside en el abuso y el mal uso que se hace de este tipo de juegos. Los padres deberían de conocer el contenido así como respetar la edad recomendada. Además, su consumo no debería superar la hora diaria; y mejor si es en fin de semana.
Y es que este tipo de juegos pueden provocar situaciones de temor, ansiedad e imitación de la violencia eliminando todo tipo de compasión hacia la víctima, porque la mente adolescente puede confundir la realidad con la ficción.
Por eso los expertos hablan de buscar alternativas de ocio a un tipo de producto que además provoca actitudes sedentarias, obesidad, problemas visuales y de identidad
Casi un 14 por ciento de los menores españoles reconocen estar engachados a algún videojuego, aunque la mayoría prefieren los videojuegos de deportes y aventuras.
MV