Oruro abre su Carnaval con derroche de ritmo y color y con la visita de Morales

EFE 21/02/2009 19:08

Miles de danzantes inundaron desde primeras horas de la mañana las calles orureñas en la llamada "entrada" de un singular Carnaval que, como la mayoría de las celebraciones andinas, fusiona ritos prehispánicos, la herencia colonial y el culto católico en una expresión cultural donde la música y el baile son los protagonistas.

Pasado el mediodía, Morales hizo su aparición en el estrado de la Prefectura (gobernación) desde donde siguió el desfile acompañado de su vicepresidente Álvaro García Linera, su portavoz Iván Canelas y el prefecto de Oruro, Luis Aguilar.

Allí, el presidente saludó y se hizo fotos con varios admiradores, bailó e incluso bromeó con los fotógrafos mojándoles con espuma, una costumbre muy habitual en el carnaval boliviano.

También aplaudió a los multitudinarios grupos carnavaleros que desfilarán durante todo el día ejecutando un sinfín de danzas típicas del país, entre ellas la diablada, la estrella del carnaval orureño.

Con vistosísimos trajes y máscaras, los danzantes de la diablada escenifican la lucha entre el bien y el mal encarnados en el arcángel San Miguel y Lucifer, a quienes acompañan una multitud de diablas enmascaradas.

Otro de los bailes más populares del carnaval boliviano es la morenada, de ritmo lento y marcado por matracas o carracas, y cuyo origen radica en las danzas de los antiguos esclavos negros.

Más vigorosa y enérgica es la danza de los caporales, que recuerda precisamente a capataces que dirigían a los esclavos que cultivaban coca en la zona de los Yungas, en el trópico de La Paz, y que exige a sus danzantes una excelente forma física.

Como es habitual también desfilaron por las calles de Oruro otras danzas de mayor vinculación indígena como el tinku, baile guerrero que escenifica un mortal combate cuerpo a cuerpo practicado en el norte de Potosí, o los tobas, grupos étnicos de las zonas amazónicas.

Llameradas, pujllay y waca-waca son solo algunas danzas más del rico folclore boliviano que sale a la calle durante los carnavales.

El Carnaval es una de las fiestas más celebradas y participativas en Bolivia, hasta el punto de que el país prácticamente se paraliza durante estos días, que se prolongan desde hoy y hasta el próximo martes.

Semanas antes de la fiesta es frecuente ver en las calles de las principales capitales a grupos de bailarines ensayando sus danzas, que algunos preparan a lo largo de todo el año.

Se trata de una fiesta que refleja el carácter "plurinacional" de Bolivia puesto que tiene distintas expresiones en cada región del país, explicó a Efe David Mendoza, sociólogo aimara y experto en Patrimonio Cultural.

El Carnaval de Oruro, según Mendoza, "es un crisol de la bolivianidad plural" que sintetiza lo burlesco de la fiesta, la ritualidad indígena, tradiciones heredadas de los españoles e incluso el culto católico, lo que le confiere un carácter único.

De hecho, el de Oruro es de los pocos carnavales que incluye culto religioso ya que los grupos danzantes acaban su desfile ante la Virgen del Socavón, patrona de los mineros, en una ceremonia donde pasean de rodillas ante el altar.

En el mundo altiplánico, el Carnaval coincide con la "anata", época de ceremonias de culto y reverencia a la Pachamama, la madre tierra aimara para agradecerle por sus productos.

Esa cosmovisión andina también se ha incorporado a la fiesta del Carnaval configurando una celebración híbrida y marcada por la diversidad, en opinión del experto aimara.

Esta misma semana, Morales ha reivindicado esta fiesta como un "canto a la tierra y a la producción", pero también ha pedido no perder las expresiones culturales del Carnaval porque, a su juicio, también representan "cantos contra la injusticia" y son músicas "de resistencia contra la opresión".