Philippe Parreno recrea el viaje del cadáver de Bob Kennedy a Arlington

AGENCIA EFE 25/11/2010 10:48

Más que una recreación documental, la titulada "June 8, 1968" es una "creación estética", como bien señala en un lúcido ensayo el crítico Michael Fried, por las libertades que se ha tomado el artista, que filmó en parajes de la costa Oeste de EEUU en lugar de en el trayecto desde Nueva York hasta Washington, que fue el recorrido que hicieron los restos del político asesinado.

Parreno colocó su cámara encima de un vagón de una vieja locomotora y contrató a figurantes para que asistiesen a lo largo del recorrido al paso del furgón, como los que en su día rindieron así su último homenaje al hermano del presidente Kennedy.

El espectador parece viajar en el mismo tren y va viendo personas de toda condición - granjeros, jugadores de béisbol, parejas de enamorados y hasta una muchacha en bikini- que permanecen inmóviles al lado de la vía como si en el tren viajara realmente el cadáver.

Parreno ha utilizado como documentación para su filme en color y de siete minutos de duración tanto las numerosas fotografías que hizo en su día Paul Fusco, que trabajaba para la revista Look, así como la filmación de un camarógrafo de la emisora CBS y que hizo el mismo recorrido.

En la recreación del viaje, realizada el año pasado en 70 milímetros, el tren atraviesa el cañón de Nyles, en la bahía de San Francisco, un rancho a dos horas de los Ángeles y un barrio de Oakland, también en California.

La calidad del cortometraje es realmente extraordinaria, lo que se explica al tratarse del mismo equipo técnico que hizo otro anterior filme firmado por Parreno y el cineasta escocés Doglas Gordon y que mostraba al futbolista Zidane durante un partido con el Real Madrid.

Tan impresionante como las imágenes es la calidad del sonido del filme: uno escucha, potenciado al extremo, el estrépito que hacen las ruedas sobre los raíles, interrumpido por intervalos de silencio cuando el viejo tren pasa por alguna zona urbana.

La autenticidad del entorno natural que atraviesa el convoy contrasta en todo momento con la puesta en escena del elemento humano: los figurantes contratados se limitan a mirar el paso del convoy sin que parezcan expresar emoción alguna.

Además de esta película central, Barreno presenta otros tres cortos en la galería: en la titulada "Invisibleboy" (2010), mezcla de documental y ciencia ficción, un pequeño inmigrante chino ve monstruos imaginarios hechos como de hilos luminosos y que van adoptando diferentes formas.

En "Boy from Mars" (2006), rodado en Asia, imágenes de nubes de tormenta y extraños puntos luminosos que se mueven por el cielo alternan con primeros planos de cabezas de búfalos que abrevan en una corriente de agua, todo ello en un ambiente ominoso muy surrealista.

Y finalmente está el filme titulado "La Manifestación" (1991), en el que una docena de niños se manifiestan en el patio de recreo de su escuela con pancartas y al grito repetido de "No More Reality" (No más Realidad).

Lo realmente interesante de Parreno, al margen de la calidad de sus trabajos, es el modo en que juega con el espacio y el tiempo mediante una dramaturgia perfectamente estudiada.

Los filmes se presentan en distintas salas de la galería, pero no simultáneamente, sino uno a continuación de otro, y el espectador es conducido de una a otra sala siguiendo el origen de las voces que escucha al final de cada proyección.

Cuando llega a la sala siguiente, las persianas que dejan ver el espacio exterior del parque, se cierran automáticamente para empezar la nueva proyección y cuando ésta termina y se abren de nuevo, ve caer una nevada artificial al otro lado de los cristales, como si de un milagro de Navidad se tratara.

Joaquín Rábago