Un volumen recoge por primera vez las cartas de Cela con intelectuales exiliados

AGENCIA EFE 07/04/2009 11:46

La idea de este volumen fue una iniciativa del anterior editor de Destino, Joaquim Palau, que alcanzó un acuerdo con la Fundación Iria Flavia, que posee las cartas.

Según ha explicado Chamorro en una entrevista con Efe, "en el proceso de selección se decidió dejar fuera aquellas cartas que aunque tuvieran su corresponsal en el exilio no dijeran nada de importancia sobre el exilio como categoría".

En este volumen, aparece el Cela fundador y director de los Papeles de Son Armadans, y la justificación de las cartas es el intento del propio Cela de "reincorporar a todo el exilio a la cultura española, porque entiende que es ahí donde tienen que estar los escritores y escritoras y da por supuesto que si no fuera así sería una catástrofe para la cultura española", dice Chamorro.

A través de esta correspondencia, Cela mantiene una interlocución con los primeros espadas de la intelectualidad española que estaba en ese momento en el exilio: María Zambrano, Rafael Alberti, Américo Castro, Fernando Arrabal, Jorge Guillén, Max Aub, Emilio Prados, Luis Cernuda, Manuel Altolaguirre, León Felipe, Corpus Barga, Francisco Ayala y Ramón J. Sénder.

Todos acaban aceptando la colaboración de Cela, incluso algunos reacios inicialmente como Américo Castro o Alberti.

En esa correspondencia aparece, a decir de Chamorro, "un Cela absolutamente abierto a las condiciones que le imponen aquellos a los que pida su colaboración y en eso es un Cela desconocido e insólito".

La estrategia que utiliza habitualmente Cela es "sentimental, paisajística y lingüística".

Es el propio Emilio Prados, uno de los que más rotundamente se negó a volver a España y que acabó muriendo en el exilio, quien cargó a Cela de argumentos: "Prados se queja a Cela de que le han quitado el paisaje y a partir de sus palabras el escritor gallego recurre al paisaje, a los sentimientos que se diluyen, que pierden sentido lejos de la patria".

Aunque colaboraron todos, hay casos, apunta Chamorro, como los de Cernuda y Sénder en los que "la colaboración cesa de un modo repentino y abrupto sin que yo haya podido encontrar la razón de esa ruptura".

Probablemente, sugiere el especialista, estas rupturas se producían "por susceptibilidades, muy lógicas entre corresponsales que estaban a uno y otro lado de fronteras muy distantes y viendo las cosas de manera muy diversas".

La gran ventaja para editar un volumen de este tipo es que en la Fundación Iria Flavia se conserva la doble correspondencia, porque "Cela guardaba la carta de salida y la de entrada".

Para la presente edición, aclara Chamorro, no se ha incluido el aparato crítico que aparece en volúmenes de correspondencia de este tipo, puesto que "Cela era opuesto a cualquier didactismo y la propia correspondencia está en una perspectiva absolutamente presentista, se refieren a cosas muy cercanas o inmediatas".

En todas las cartas, "la cuestión política, sin ser un argumento básico, sí está presente como un ruido de fondo".

En cambio, la cuestión estética se toca bastante, como en el caso de las misivas de Guillén, de María Zambrano, de Alberti o de Américo Castro".