Una década después de esa humillante noche, permanecían en lo más bajo de los ránkings mundiales de la FIFA, habiendo marcado solamente en dos ocasiones a lo largo de 17 años. Habían perdido todos los partidos de competición que jugaron.
Ante este contexto de resultados mediocres, el equipo hace frente a una descorazonadora perspectiva de las fases de clasificación del próximo Mundial de Brasil.
Se necesitaría un milagro o un loco para darle la vuelta a la suerte del equipo y en el inconformista entrenador holandés Thomas Rongen los isleños encuentran ambas cosas.
Pero Rongen, que ha trabajado con gente de la altura de George Best y Johann Cruyff, no está preparado para lo que le espera en la isla, en sus propias palabras, 'de lejos el peor nivel de fútbol' que ha visto jamás, con sólo la mitad de su equipo suficientemente en forma como para jugar un partido entero.
Y cuenta con sólo un mes para transformar a este hatajo de perdedores en un equipo ganador, y quizás conocerse un poco a sí mismo por el camino.