Doris Dörrie abre el 18 Festival de Cine Alemán en Madrid con 'Fukushima, mon amour', un "homenaje al pueblo de Japón"

EUROPA PRESS 07/06/2016 15:04

Según ha asegurado a los medios la cineasta, responsable de casi una treintena de títulos como 'Hombres, hombres' (1985), 'Nadie me quiere' (1994) o 'Cerezos en flor' (2008), 'Fukushima, mon amour' es un "homenaje al pueblo de Japón" en el que retrata la "ambivalencia entre el mundo moderno y el mundo tradicional", concretamente entre el Japón de la actualidad, lleno de contaminación y polución --como es el caso de Fukushima--, y el mundo de las tradiciones niponas, donde presenta el "legado budista" del país y sus ritos.

La cinta, doblemente premiada en la última edición del Festival de Berlín, gira en torno a Marie (Rosalie Thomass), una joven alemana que, huyendo de su propio cataclismo sentimental, decide conocer de primera mano los devastadores efectos de la catástrofe de Fukushima. Marie forma parte de una compañía de payasos benéfica que quiere devolver la semilla de la felicidad a una población cruelmente golpeada y suspendida en el trauma, en la que sólo queda una tercera edad resistente a abandonar su hogar devastado, ese que Satomi (Kaori Momoi), la última geisha de Fukushima, quiere reconstruir a toda costa.

A pesar de que ya han pasado cinco años desde este terrible desastre nuclear, 'Fukushima, mon amour' es la primera película (de ficción) que se ha rodado sobre la catástrofe en la zona donde ocurrió, según ha señalado Dörrie. "En la región de la zona nos recibieron con los brazos abiertos", dice la realizadora.

Aun así, en 'Fukushima, mon amour' hay mucha parte de realidad, como por ejemplo, que los extras son habitantes de los centros de acogida de las zonas devastadas de Fukushima y muchas de las historias de algunos de los personajes están basadas en historias reales, según ha explicado Dörrie. Además, el personaje de Moshe, compañero de Marie y 'clown', es el fundador de Payasos sin Fronteras. Sobre el trabajo de las ONG, la directora se ha permitido reflexionar sobre su "buena voluntad". "Caen rápidamente en una ligera arrogancia", comenta Dörrie, quien se pregunta sobre qué es "mejor", si ayudar "pecando de arrogancia o no ayudando en absoluto".

Con todo ello, Dörrie no se planteó la idea de realizar un documental porque lo que quería era "hablar de los choques culturales, de la pérdida, de la muerte y del post-trauma", es decir, "del cómo salir, del cómo superar un trauma y encontrar caminos para salir adelante", pero también de "cómo Occidente y Oriente pueden complementarse" y cómo una cultura y otra se necesitan.

"La catástrofe de Fukushima es, sin duda, ese manto, esa superficie en la película, pero la profundidad de la historia se encuentra en lo que significa la pérdida", ha expresado Dörrie, que sin embargo reivindica el sentimiento de esperanza en sus trabajos. "La esperanza es muy importante para mí, mi objetivo a la hora de hacer películas es abrir puertas y que los espectadores no salgan de la sala más deprimidos de lo que entraron", ha relatado.

El largometraje está rodado en blanco y negro porque, tal y como ha afirmado la directora, permite contar la historia "con más fuerza y de una manera más metafórica", aunque también reconoce que quería construir esa vinculación propia de los maestros cinematográficos japoneses.

MENOS PROTESTAS Y 56 CENTRALES

Tras 27 visitas al país asiático, la "impresión" que tiene hoy en día la alemana de Japón es que hay un sentimiento de olvido de la catástrofe, sobre todo "por parte del gobierno", así como de "borrar" este acontecimiento "en la medida de lo posible, de la memoria histórica" de Japón. "Las protestas son bastante más pequeñas que al principio", dice Dörrie, que indica que la media de edad de los manifestantes suele rondar los 75 años. Japón cuenta en la actualidad con 56 centrales nucleares, ubicadas todas en zonas de litoral, según comenta Dörrie, cifra que sigue "conmocionando y aterrando" a la directora.

Tal y como ha explicado, el "detonante" que le llevó a narrar esta historia ambientada en Fukushima fue la vinculación "muy estrecha y muy fuerte" que existe entre Alemania y Japón, pues según ha afirmado, tras la catástrofe, Alemania fue el "único país del mundo que decidió el apagón nuclear".

"Una de las aportaciones, curiosamente de Alemania, es que las radiaciones que llevaron a cabo los expertos alemanes eran más fiables que las radiaciones del gobierno nipón", ha explicado la alemana, que por otro lado critica que el regreso a la energía procedente del carbón se lleve a cabo en centrales de países aledaños a Alemania como Ucrania y Polonia, "países que no son precisamente los más ecológicos".

El Festival de Cine Alemán es una iniciativa de German Film que cuenta con la colaboración del Goethe Institut y la Embajada de la República Federal de Alemania en Madrid. En el certamen, se podrá ver una selección de largometrajes, documentales y cortos que representan lo mejor del cine germano más reciente. Además de su sección oficial, la edición de este año dedicará un ciclo a 'La movida berlinesa' y realizará un homenaje al cineasta de 'Metrópolis', Fritz Lang, con la proyección de una de sus películas mudas, 'Las tres luces'.