¿Saldremos de la crisis con la reforma laboral? Ni mucho menos...

ANDRÉS VILLENA OLIVER 03/06/2010 00:00

Aunque sus contenidos probablemente no se hagan públicos hasta dentro de unos días -el presidente Rodríguez Zapatero acaba de marcarse la meta del próximo día dieciséis-, un repaso a la prensa, a las declaraciones de los políticos y las opiniones de los especialistas apunta a una serie de elementos recurrentes.

"Perder el miedo"

Un primer ejemplo lo encontramos en la red de blogs de la Fundación Fedea, que en una de sus entradas recomienda cuatro objetivos básicos para acometer una reforma exitosa: en primer lugar, una "descentralización de la negociación colectiva" que ajuste el salario del trabajador a la "oferta y demanda de empleo"; una "reducción del coste de despido de los contratos indefinidos"; la progresiva aproximación entre la protección que tienen los trabajadores fijos y los temporales; finalmente, el impulso de "políticas activas de empleo y, en particular, de la formación".

¿Pero por qué hay que abaratar el despido? Una especialista en el mercado laboral español, la Profesora del IE Business Gayle Allard, nos lo explica. Para Allard, rebajar este coste haría a los empresarios "perder el miedo" a contratar trabajadores, lo que generaría contratos de mayor calidad en épocas de crecimiento, en lugar de tantos temporales. Allard cita el caso de Holanda, donde "los fijos cedieron algo de su protección a los temporales. Aquí habría que hacer algo en ese sentido".

"Además, habría que aclarar muy bien los motivos del despido improcedente". La razón, que el empresario acaba prefiriendo ahorrarse el coste de los posibles procesos judiciales y opta por un tipo de despido con indemnización de 45 días por año trabajado. Una normativa "muy rígida" que, no obstante, Gayle Allard no considera caprichosa: "Hay muchos abusos por parte de las empresas y muchos trabajadores que sufren; por eso hemos llegado a estas normas tan rígidas".

Negociación colectiva y subsidios

Otro de los pilares de la reforma para Gayle Allard consistiría en "despolitizar la negociación colectiva": "Los sindicatos no representan ni a los trabajadores temporales ni a los parados, responden al Gobierno, es un sistema muy rar...". Por último, esta especialista norteamericana aconseja "reformar el sistema del paro": "Casi todas las medidas que hay son pasivas, subsidios, y la gente se queda en casa. En Francia se gastan mucho dinero en cursos que funcionan bien y que permiten al parado hacerse un currículum. Dar una subvención a la gente no ayuda".

Ni con esas...

No obstante, y a pesar de que se cumplieran estos postulados, Allard tiene claro que "ahora no se va a crear empleo, habrá que esperar un par de años".

Demasiado tiempo para un Ejecutivo que necesita enviar una clara señal a "los mercados", según se manifiesta en la mayoría de los medios. ¿Y si la reforma, de salir adelante, no sirviera para nada? Todo es posible. Ángels Martínez Castells, Profesora de Política Económica en la Universidad de Barcelona, nos invita a cambiar el foco de atención: "La indemnización por despido no es ningún obstáculo importante para contratar cuando estamos ante empresarios innovadores y, sobre todo, cuando las expectativas generales de la economía son buenas (ciclo en alza) y existe facilidad para acceder al crédito". Precisamente todo lo que falta ahora mismo.

Lo que Àngels quiere dejar claro es que "no se puede cambiar la situación económica general abaratando el coste del despido": "Los casi cinco millones de parados en España no han generado demasiados problemas para ser despedidos".

El pacto de solidaridad, una quimera

Aunque reconoce que existe, "como mínimo", dualidad en el mercado laboral, "la tendencia es a que se extinga la protección para todos, no que se repartan las mejores condiciones; no nos equivoquemos: aceptar una nivelación a la baja significa un empeoramiento general sin mejoras para nadie".

Este punto de vista marca una importante brecha con los planteamientos teóricos más liberales. Según los intelectuales de corte keynesiano, no podemos hablar de un "mercado de trabajo", sino del "trabajo como algo absolutamente necesario al ser la gran fuente y origen de la riqueza de las naciones".

¿Otra vuelta de tuerca?

Otro aspecto interesante que estos profesores quieren subrayar son las condiciones bajo las que tiene lugar esta apresurada reforma: la presión de los denominados "mercados financieros", que desconfían de la capacidad del Estado español para devolver en plazo la deuda pública generada, lo cual viene encareciendo progresivamente el coste de su refinanciación.

"El encarecimiento de la deuda me parece más un mecanismo que se usa para doblegar gobiernos, políticas y programas, que una necesidad real que responda a un cierto riesgo", afirma Castells, que advierte de que esta reforma laboral será "la primera ofensiva": "Detrás vendrá la pérdida de servicios públicos esenciales como la enseñanza y la Sanidad. El problema es que los árboles no nos dejen ver el bosque y que la gente no comprenda la magnitud de la quiebra que supone para la democracia y el modo de vida europeo, cada vez más cerca del precario, durísimo e incivilizado 'modo de vida (de explotación) americano'". Queda un día menos.