No siempre fue tan fácil predecir el tiempo: ¿quién fue el primer meteorólogo español?

Nica Cero 16/11/2016 14:16

Si entendemos por meteorólogo a la persona que predice el tiempo, existieron muchos antecesores desde la prehistoria, dedicados a la agricultura y a la pesca, que miraban al cielo e intuían el comportamiento meteorológico que iba a hacer en las próximas horas. Pero si hablamos de meteorología de forma profesionalizada, como una ciencia, con una metodología dedicada exclusivamente a calcular y anunciar el tiempo probable, el primer meteorólogo profesional en nuestro país fue este aventurero y amante del conocimiento sevillano.

Perteneciente a una familia acomodada de comerciantes de origen vasco francés, estudió en el colegio de San Felipe Neri de Cádiz, donde se formó en idiomas, entre ellos francés, inglés e italiano. Más tarde estudió Farmacia, aunque nunca llegó a ejercer.

En Europa ya habían surgido los primeros servicios meteorológicos

Las posibilidades económicas de su familia le permitieron viajar por toda Europa, donde visitó los observatorios más destacados de la época de Francia, Alemania e Inglaterra, y vivió en Londres durante un tiempo. Allí pudo familiarizarse con la astronomía y la meteorología dinámica.

La actividad meteorológica más o menos organizada ya se estaba desarrollando en varios países del mundo ya en el siglo XVIII. Por ejemplo, en Alemania la Sociedad Meteorológica del Palatinado mantuvo una red de observación instrumental organizada desde 1780.

El desarrollo del telégrafo por Samuel Morse hacia 1840 había sido aprovechado por los meteorólogos para transmitir y recopilar con rapidez las observaciones de la atmósfera en diferentes puntos del mundo. Y en la década siguiente aparecieron los primeros servicios meteorológicos organizados, capaces de producir y difundir información y predicción del tiempo. Pronto alcanzaron un rápido éxito en sus países y recibieron el apoyo de sus gobiernos por su utilidad para la navegación marítima y para otros usuarios.

De este ambiente se empapó Arcimís, que ya iba fascinado por la tradición astronómica gaditana y el estilo autodidacta. Su estancia en el extranjero le sirvió para hablar fluidamente varios idiomas y estrechar amistades provechosas con astrónomos prestigiosos.

Reconocimientos en Europa

En la década de los setenta, Arcimís comenzó a colaborar con estas asociaciones internacionales con contribuciones científicas y como observador amateur. Publicó varios trabajos en el órgano de la Società degli Spettroscopisti Italiani, y su rigor le otorgó una alta reputación entre los astrónomos italianos. Además, sus trabajos le sirvieron para ser reconocido en Inglaterra, donde fue nombrado miembro de la Royal Astronomical Society.

Regreso a España

A su regreso a España, entabló una estrecha amistad con Francisco Giner de los Ríos, lo que marcó su trayectoria científica. Gracias a él y a sus influencias en Europa, Arcimís lideró desde su pequeño observatorio de Cádiz, primero, y luego desde la Institución Libre de Enseñanza, la puesta en marcha del Instituto Central Meteorológico, en 1887, ubicado en un edificio similar a un castillo en el Parque del Retiro de Madrid. Era la base de lo que hoy en día es el Servicio Meteorológico Nacional, llamado Agencia Estatal de Meteorología (AEMET).

Esta institución, de la que fue director desde su creación y hasta su muerte, tenía la finalidad de realizar pronósticos e informes del tiempo de forma rutinaria. Arcimís fue el primero en nuestro país que realizó esta labor de manera científica aplicando mapas del tiempo, que él mismo elaboraba a mano diariamente, y recopilando las notificaciones recibidas por telégrafo de otros puntos del mundo sobre el estado de la atmósfera.

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