Por qué siguen al sol, la matemática de sus pipas y otras curiosidades de los girasoles

Ton Vilanova 16/08/2016 17:33

Cada mañana, los girasoles de los campos de España esperan a que salga el sol para hacer junto a él un paseo por todo el día, de este a oeste. Por la noche, las flores giran en sentido contrario para que, al próximo amanecer, el sol las vuelva a encontrar en la posición perfecta para volver a salir 'de paseo'. La biología sigue teniendo sus pequeños misterios, aunque poco a poco vamos conociendo alguno más.

Gira (hacia el) sol

Un estudio de la Universidad de California publicado en Science ha descubierto que los girasoles se sirven de un reloj circadiano interno que actúa sobre las hormonas del crecimiento para seguir al sol durante el día. "Durante el día, el lado del tallo a la sombra crece más que el lado iluminado, lo que provoca que se doble hacia el sol", dice la principal autora de este estudio, Stacey Harmer.

"Casi con toda seguridad este proceso está controlado por una ruta de señalización bien conocida en la que intervienen unos fotorreceptores específicos llamados fototropinas y una hormona del crecimiento, la auxina. Las fototropinas activadas provocan una acumulación de auxina en el lado sombreado del tallo, haciendo que crezca más", añade la bióloga de la Universidad de California.

En este punto conocemos por qué los girasoles giran por el día pero, ¿por qué regresan a su posición durante la noche? Aquí es donde interviene el ritmo circadiano: los investigadores creen interviene en el crecimiento del lado oeste de la planta, provocando que se nivelen y se consiga de nuevo “una flexión atrás-adelante combinado con el mecanismo de señalización de los fotoreceptores”, comenta Harmer.

¿Por qué paran?

Un girasol puede alcanzar los tres metros de altura en su búsqueda de la luz pero llega un momento en que se inclinan y yo no crecen ni giran más. A medida que maduran, la eficiencia fotosintética deja de ser tan importante porque la planta ya tiene semillas. En este punto, la polinización es mucho más crucial y los girasoles se quedan mirando al Este para que les caliente el sol de la mañana y los insectos se sientan más atraídos hacia sus flores.

Para demostrarlo, los investigadores cultivaron girasoles en macetas y algunos de ellos los giraron hacia el oeste. Mediante una cámara de infrarrojos estimaron la temperatura de las flores y encontraron que los girasoles orientados al Este se calientan más rápidamente por la mañana. Y esto atrajo a cinco veces más insectos polinizadores. Y para asegurarse de que sus resultados eran válidos, calentaron las flores que habían colocado orientadas al oeste con un calentador portátil, lo que de nuevo atrajo más polinizadores. "A las abejas les gustan las flores cálidas", explica Harmer.

La espiral perfecta

Cuando miramos una flor de girasol nos asombramos por la disposición de sus semillas. Las pipas forman un ángulo de 137 grados en su interior, un ángulo perfecto para aprovechar al máximo la luz y producir nutrientes por medio de la fotosíntesis.

Una auténtica maravilla matemática que se conoce como la espiral de Fermat y que reduce las sombras y el bloqueamientos del sol entre semillas, lo que aumenta notablemente el potencial energético. Investigadores del Massachusetts Institute of Technology (MIT) ya lo han aplicado al diseño de plantas solares compuestas por centenares de espejos que no se hacen sombra unos a otros, consiguiendo más energía solar. Un ejemplo de que hay que aprender de la sabiduría de la naturaleza.