Abanicarte con papel y otras 5 cosas que crees que te mantienen fresquito y es mentira

eltiempohoy.es 14/06/2017 17:28

Las temperaturas ambientales ponen a prueba nuestro organismo. Cuando, claramente, superan (o no llegan, en invierno) a la marca media del 'termostato corporal', aproximadamente unos 37 grados, el cuerpo se activa e intenta compensar la diferencia. Para ayudarlo, hay ciertos gestos que, aunque parecen darte una bocanada de aire fresco, van a torrarte minutos después:

· Quitarse ropa para compensar el calorazo: no estamos diciendo que te pongas un jersey de cuello vuelto para ir a dar una vuelta por el paseo marítimo. Es obvio que las capas de ropa se utilizan en invierno para resguardarnos del aire frío. Sin embargo, en verano lo que hace la tela es protegernos del ambiente caluroso. El mejor ejemplo lo dan las personas que habitan en los desiertos. Sin sombras, combaten el calor con ropas ligeras que creen una capa 'anti-calor'.

· Tomar una cervecita o una coca-cola bien fresquita: las terrazas y los chiringuitos empiezan a llamarte con sus cantos de sirena endemoniados y, ante tanto calor, acabas cayendo en la tentación. No obstante, tanto la cerveza como la coca-cola, son manzanas envenenadas porque el alcohol y la cafeína inducen al cuerpo humano a perder agua, tienden a deshidratarse. Así que cuanto más líquido entra, menos agua hay dentro de ti.

· Tomar un refresco muy frío: No. Ni cerveza, ni coca-cola, ni tampoco otras bebidas sacadas del congelador. Entran como agua de los dioses así de fresquitas, pero al beberlas tan frías, el cuerpo se somete a una bajada de la temperatura muy radical y reacciona combatiéndolo con una dosis de calor para recuperar los antes mencionados 37 grados. ¿Cómo lo hace? Quemando las reservas energéticas y desprendiendo calor.

· Ducharse con agua fría: después de una caminata o del gimnasio, con goterones de sudor por todo el cuerpo, lo que más apetece es una ducha con el agua helada. Pero no es la mejor opción. Igual que beber cosas frías, mojarse a 20 grados reactivará el gasto energético atrayendo la sensación de calor a los dos minutos de salir de la ducha.

· Usar el ventilador cuando la estancia está muy caliente: Si la salita de estar parece más una sauna que el cuarto de la tele, lo mejor es que no optes por el ventilador. Solo va a remover el aire caliente y, encima, desprenderá calor con la actividad de su motor. Hay que tener claro que el ventilador solo cambia la humedad del ambiente por aire seco, pero no lo refresca.

· Abanicarse con rapidez pasmosa: El abanico en verano lo es todo. Es el ventilador portátil que va a en tu bolso, que te conjunta con el vestido, y que te libra de esos segundos de fatiga por calor. Sin embargo, agitarlo más rápido no va a multiplicar su efectividad… es más, la va a disminuir. Al mover el brazo se consumen calorías que transmiten calor a todo el cuerpo.