El desastre ha sido inevitable: decenas de casas han quedado derrumbadas, el suministro eléctrico está cortado y mucha gente permanece atrapada entre los escombros. Un auténtico terror, que todavía mantiene en vilo a la población ante la previsión de nuevos temblores. Las autoridades italianas no hablan de víctimas por el momento, aunque cientos de personas han tenido que ser evacuadas.
El centro de Italia ha vuelto a sufrir las consecuencias de estar situado en un punto de actividad tectónica notable, como es la unión de las placas euroasiática y africana. La situación se complica además si tenemos en cuenta que los pueblos de esta zona poseen construcciones muy antiguas y no adaptadas que no soportan los temblores.
Los efectos de esta problemática ecuación ya pudieron verse el pasado 24 de agosto, cuando el pueblo de Amatrice prácticamente se vino abajo en su totalidad, provocando 297 víctimas mortales. Expertos sismólogos advierten de que es posible que la falla implicada haya despertado, lo que intensifica la alerta.