Holanda se prepara para una compleja formación de gobierno tras la victoria liberal

AGENCIA EFE 10/06/2010 06:46

El empate a 31 votos entre liberales y laboristas que adelantaron los sondeos a pie de urna no se resolvió a favor de los primeros hasta el recuento de más del 90 por ciento de los votos, por lo que el líder de los liberales, Mark Rutte, no se atrevió a proclamar su victoria hasta bien entrada la madrugada.

"Amigos, qué noche tan especial. Y excitante. Parece que por primera vez en nuestra historia el VVD es el partido mayoritario en Holanda", comentó en unas declaraciones recogidas por Radio Netherlands.

Finalmente, el baile de escaños tuvo un resultado que ha sido comparado con una emocionante final de fútbol, con un balance de 31 asientos para los liberales de derecha -que ganaron diez- y 30 para los laboristas, que perdieron 3 respecto a los comicios de 2006.

Los resultados confirmaron también el auge del partido del antimusulmán Geert Wilders, el cual, lejos de los 15 escaños que le atribuían los sondeos, acumuló al final 24 asientos, confirmándose así la subida de la extrema derecha que ya se perfiló en las elecciones locales del pasado marzo.

Con quince escaños más que en los comicios anteriores, Wilders no tardó en proclamarse "el vencedor real" de las elecciones, a la vez que reclamaba poder entrar en el gobierno para hacer justicia a los electores, que lo situaron como tercera fuerza política del país.

"Les digo a los recién electos diputados de nuestro hermoso partido, traed vuestros arietes con vosotros, porque a partir de mañana vamos a darles el infierno", enfatizó Wilders, en referencia a la estrategia que va a preparar su formación política.

Además, mostró su confianza en poder gobernar y declaró que los partidos más votados "no pueden esquivarnos o dejarnos aparte".

También estuvieron de la parte de los vencedores los liberales de izquierda (D66), que aumentaron siete asientos respecto a los comicios anteriores, acumulando 10 escaños e igualando a los verdes (GroenLinks), que ganaron tres.

La euforia de esos partidos contrastó con la profunda decepción de los democristianos (CDA), que tras ocho años al mando del Ejecutivo fueron los grandes derrotados de la jornada.

La caída en picado del CDA -que con solo 21 escaños redujo a la mitad los 41 que tenía- provocó la dimisión inmediata y el anuncio de que abandonará la política por parte de su líder, el primer ministro saliente, Jan Peter Balkenende, lo que ya se atisbaba durante la campaña.

Para Balkenende, los resultados fueron "muy, muy decepcionantes", según indicó ante los medios.

La fragmentación de la nueva Cámara -como se aprecia en el hecho de que el partido más votado haya obtenido solamente 31 asientos- y su dispersión hacen difícil la formación de una coalición de gobierno estable.

Numéricamente, Rutte podría gobernar en mayoría con dos coaliciones contrapuestas.

Por un lado, una coalición de centro-derecha formada por liberales de derecha, democristianos y el partido antimusulmán, que juntos alcanzan una ajustada mayoría de 76 escaños, el mínimo necesario en un Parlamento compuesto por 150 asientos.

Por el otro, repetir un gobierno "púrpura" en el que los liberales de derecha se asocien con los laboristas y obtengan una mayoría holgada de 81 escaños con el apoyo de los demócratas de izquierda (D66) y de los verdes.

Una alianza del centro-derecha es complicada, porque probablemente los democristianos, inmersos en una crisis de liderazgo, pueden tener reparos para gobernar tras una derrota en las urnas, pero también porque la presencia de Wilders en el gobierno es un factor desestabilizador a causa de las posturas radicales de este partido respecto al Islám.

La coalición "púrpura" también es delicada, porque laboristas y liberales tendrían que limar sus diferencias en cuestiones sociales y ponerse de acuerdo sobre dónde aplicar los ajustes presupuestarios de sus programas.

El tema de las subvenciones fiscales a las hipotecas de las viviendas, que los liberales quieren dejar intactas y la izquierda quiere hacer dependiente de los ingresos, podría ser la cuestión más difícil de negociar.