"La pesca se ha convertido en un trabajo para personas del Tercer Mundo"

ANDRÉS VILLENA OLIVER 28/11/2009 00:00

Algunos de los extranjeros del 'Alakrana' no cobran por su trabajo mucho más de cien euros al mes. Esto lo denuncia la Fundación Herederos de la Mar, presidida por Marisol Moreda, que se dedica a defender las condiciones de los tripulantes españoles y extranjeros de todo tipo de embarcaciones.

El silencio

Pero esta situación no es exclusiva de este pesquero. Para Marisol Moreda, "la ley se ahoga en el mar", donde "existe mucho miedo a la hora de denunciar la precaria situación, porque, si denuncias, puedes quedarte sin trabajo". Es lo que Moreda llama "El silencio de la mar", una angustiosa realidad sobre la que está a punto de publicar una novela, en la que narra sus vivencias y el trabajo de la fundación desde sus comienzos.

Si no pescas...

Este problema arranca con el establecimiento del "salario base": "Se paga una pequeñísima cantidad fija y después existe otro componente que se denomina 'a la parte' y que va en función de lo que se haya pescado. Las cosas son así: si no pescas, no cobras". Además, esa parte del sueldo está sujeta al conocido poder de los intermediarios; un marinero gallego nos pone un ilustrativo ejemplo: "Podemos estar hablando de un kilo de chicharros que vendemos a la lonja a un euro y medio, y que estos acaban vendiendo, veinte metros más allá, por seis euros. Cinco veces más."

Abandonados

Este mismo marinero que, en una prueba de "la ley del silencio" que rige el sector, pide conservar el anonimato, nos muestra la crudeza de su mundo. Descarnado: "Es como si estuviéramos abandonados. Yo estoy jubilado con 800 euros, una miseria, mi mujer tiene un 70% de invalidez y no tenemos ayudas de ningún tipo. A pesar de todo, cuando me jubilé, lo deseaba tanto que fue casi como si me tocara la lotería. Muchos de mis compañeros se han ahogado. Yo estaba ya negro, quería dejarlo ya, tenía miedo de que algo me pasara a mí"

Con menos fortuna

Pero, según esta misma fuente, los hay que están mucho peor: "Como los españoles no quieren trabajar por 400 euros, traen a muchos ecuatorianos y marineros de Cabo Verde. Comen y duermen en el barco y, si salen a tierra, van en grupos con las manos en los bolsillos; no pueden ir a un bar ni tomar un café: lo poco que ganan lo envían a sus familias".

En un limbo

Al preguntar el motivo de esta denigrante situación, José Manuel Ortega, representante de UGT de la Mar, se muestra sincero: "Es un sector totalmente desregularizado, no hay convenios colectivos. El problema es que la representatividad la tienen las Cofradías de los Pescadores y estas acaban apoyando los intereses de los armadores". Un sector, que todavía se organiza por gremios de organización casi 'vertical' y que "no ha hecho la Transición, ni mucho menos".

El papel de las Cofradías

Estas Cofradías de Pescadores tampoco lo pasan precisamente bien y se defienden. José Juan Iglesias, presidente de la Cofradía de Foz (Lugo) dibuja un panorama muy difícil: "El Gobierno nos da la espalda, el pescado viene de fuera y el nuestro acaba tirado de precio; además, ahora está aumentando muchísimo el precio del petróleo..." Muchos de los armadores, representados por estos colectivos, son, al mismo tiempo, marineros. Y la modalidad del salario fijo no siempre es aceptada por los propios trabajadores: "En nuestra cofradía andamos a la parte, los armadores y los marineros estamos de acuerdo, nos conviene a ambos: muchos trabajadores rechazan el sueldo fijo y prefieren 'a la parte'. Su "principal preocupación" es la del precio del pescado. Igual que agricultores o ganaderos, pero con mucha menos visibilidad aún.

Brutal

Los portavoces sindicales añade más detalles a esta dificilísima problemática: "La explotación es brutal. Es un medio muy hostil, atroz, en el que no se descansa. Además, la notoriedad que tiene un trabajador en tierra es nula en la mar: estás casi siempre fuera de casa, es muy difícil hacer unión con los demás tripulantes".

La juventud se aleja

Para colmo, estas condiciones extremas tienen distintos grados: "Hay mucha discriminación, los extranjeros muchas veces son subcontratados en origen por agencias de controladores; el contrato se hace por 300 dólares al mes". La conclusión de los representantes de los trabajadores define la situación de desesperanza absoluta de este agonizante sector: "Sinceramente, esto se está convirtiendo en un trabajo para personas del Tercer Mundo. La juventud española ya se ha alejado del mar". A.V.