El expresidente de Caja Madrid, Miguel Blesa, hallado muerto este miércoles en una finca cordobesa, no se encontraba en los últimos días desanimado ni deprimido, aunque sí preocupado en ocasiones por la batalla judicial que afrontaba desde hace años.
El fallecimiento de Blesa se ha producido en un momento que no era el peor para el exbanquero, ya que albergaba "serias esperanzas de que el Tribunal Supremo le diera la razón en el caso de las tarjetas black, tras recurrir la pena de prisión de seis años que le impuso la Audiencia Nacional.
Las expectativas de Miguel Blesa sobre un desenlace judicial favorable se sustentaban en otros casos precedentes. Los abogados del exbanquero estaban convencidos que la causa por la comercialización indiscriminada de participaciones preferentes –producto solo apto para inversores especializados- iba a ser favorable para el exbanquero.
El entorno de Blesa destaca además el "ánimo alto" del que solía hacer gala pero que el proceso judicial que afrontaba era complicado y que podría haber acusado en cierta medida el "vapuleo sistemático" al que se había visto sometido por parte de la opinión pública. "Pero en los momentos más duros jamás se le vio abatido, y curiosamente este no era el peor momento por el que estaba pasando, de hecho, era el más tranquilo", cuentan fuentes cercanas a Miguel Blesa.