Llamazares ha aprovechado su última intervención --en el debate de la reforma de la Ley de Enjuiciamiento Criminal-- para decir adiós a sus compañeros desde la tribuna de oradores del hemiciclo. Aunque inicialmente ha prometido una "despedida corta", después ha acabado extendiéndose un poco más.
"Mi intervención será corta, y no es una forma de hablar. Ésta es mi ultima intervención, y no quiero despedirme a la francesa pero tampoco como Antoñete, que no sabía como despedirse. Así que me despido ya", ha comentado al inicio de su intervención.
Pero antes de volver a su escaño ha querido agradecer expresamente su "trabajo, amabilidad y apoyo" a los funcionarios, letrados y demás personal del Congreso con el que ha convivido en los 15 años que ha pasado en la Carrera de San Jerónimo. Y de los demás diputados ha confesado que le han "enseñado a pensar más globalmente, a deliberar, conceder y ceder" lo que, ha remarcado, "es muy importante en democracia".
NI RESTAURADORES NI CIRUJANOS DE HIERRO
"Son muy malos tiempos para el parlamentarismo pero estoy seguro de que seguirá siendo el centro de la vida política de una democracia. Está en manos de los parlamentarios de hoy y mañana llevar a cabo los cambios necesarios para que así sea", ha dicho, admitiendo que ve el futuro con "sano escepticismo y esperanza".
Eso sí, no ha dejado pasar la oportunidad de subrayar que para esa tarea no hacen falta "ni restauradores ni cirujanos de hierro". "No necesitamos ni que nos restauren ni que nos digan que nuestra democracia es un exceso", ha apostillado el que fuera coordinador general de IU.
Diputados de todos los grupos han reconocido el trabajo de Llamazares despidiéndole con aplausos y el propio presidente del Congreso, Jesús Posada, le ha dedicado unas palabras. "Como presidente, lamento profundamente la pérdida de su condición de diputado", ha dicho, convencido de que el resto de la Cámara compartía ese sentimiento, y deseándole "lo mejor en su nueva andadura".