El fútbol, el nuevo opio del pueblo

MIGUEL PORTILLO R. 16/06/2008 00:00

Las creencias futbolísticas pueden superar lo terrenal, llevar el juego sobre el césped a un nivel superior si el sentimiento por tu camiseta puede traspasar barreras físicas. El orgullo de defender unos colores, un sentimiento común, ha llevado al juego del balón a dejar de ser eso, un mero juego. Hay aficionados capaces de llorar por una derrota, de recorrer miles de kilómetros por ver a su equipo e incluso de profesar su fe en torno a un escudo.

La exposición, con motivo de la Eurocopa de Austria y Suiza, titulada 'Héroes, Santos y Goleadores celestiales" muestra a los fieles y a los incrédulos las distintas variantes de los dogmas de fe futboleros, de los predicadores del balón. "Dios creó el fútbol un domingo, luego lo dio al Milan y dijo, ve por el mundo y enséñalo" reza una bufanda del equipo milanista como muestra de la elevación de los colores 'rossoneros'.

La directora de la exposición, Snejanka Bauer cree que "al igual que los creyentes reencuentran en su parroquia el paraíso perdido, sentimiento de seguridad y unidad, así celebran los hinchas de fútbol la fe en su equipo". El fútbol representa el nuevo amor, el punto de común de una parroquia con valores de seguridad y unidad. "Puede incluso sustituir valores perdidos como el hogar y la familia". La nueva casa.

La exposición tiene un espacio reservado al 'gran profeta', Diego Armando Maradona, y máximo representante de la iglesia que le han creado sus seguidores. La iglesia maradoniana, "la mano de dios". Su primer mandamiento es que la pelota no se mancha, como dijo dios en su homenaje, y otros como declarar tu amor incondicional por Diego y el buen fútbol y difundir los milagros de Maradona por todo el mundo.

Aquí los seguidores del Hannover 96 también muestran una bandera con un pantocrátor, y los aficionados del Rapid vienés una imagen desde su fondo con tres cruces, la camiseta del equipo y el eslogan "Sé inmortal".

En España, los equipos que ganan algún título se lo ofrecen a su Virgen, el Barça a la de Montserrat, el Madrid a la Almudena, el Zaragoza a la Virgen del Pilar. Otros incluyen a presidentes legendarios en sus plegarias, como aquella que acuñaron los madridistas de los sesenta. "Yo sólo creo en Dios, en España y en Don Santiago Bernabéu".