Una actriz quiere comprobarlo y Reporteros la acompaña en su experimento. Se sitúa en pleno centro de Madrid y en hora punta. En una primera situación dice encontrarse mal y simula un desmayo. Aunque algunos ciudadanos pasan de largo y no intervienen, son muchos los que se acercan a prestar su ayuda. Parece ser que, cuando se trata de un tema relacionado con la salud, nos implicamos.
En la situación número dos sucede todo lo contrario. La misma actriz dice haber sido víctima de un atraco y pide dinero para usar el transporte. La mayoría de los peatones se niegan. No confían en ella. En este caso, estamos demasiado acostumbrados a que nos engañen con un fin lucrativo.
En una tercera ocasión, la joven solicita que alguien le guarde una caja mientras ella se ausenta unos minutos para ir a los baños de un centro de comercial. Aquí, el factor seguridad entra a formar parte. No queremos hacernos cargo de algo que no es nuestro por miedo a que contenga algo que nos pueda perjudicar. Desde drogas a explosivos. Así lo explica, después los ciudadanos que, previamente, se han negado a ayudarla.
Por último, no hay que dejar escapar el factor prisas. Por su culpa, en ocasiones, ni siquiera damos la opción de escuchar a los demás y que expongan su problema. Somos víctimas de una sociedad compleja, urbana y de masas.
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