Suu Kyi sale en libertad tras siete años y medio de arresto domiciliario

INFORMATIVOS TELECINCO/AGENCIAS 13/11/2010 11:01

Suu Kyi ha salido a la puerta de su casa con un vestido lila a saludar a esos 3.000 seguidores que la esperaban y les ha instido a sus seguidores a trabajar unidos por el bien de la nación. Les ha invitado a acudir el domingo al mediodía a la sede de su partido para hablarles de nuevo.

Suu Kyi, visiblemente emocionada, habló a los presentes en birmano durante unos diez minutos por encima de la verja de la casa, flanqueada por tres miembros de la Liga Nacional por la Democracia (LND), el partido que fundó en 1988 y que disolvió la Comisión Electoral este año. "No me lo puedo creer, no me lo puedo creer", repetía entre lágrimas una birmana.

Alguien del público de sus partidarios regaló a la Nobel de la Paz de 1991, quien vestía una camisa lila, un ramo de flores.

Suu Kyi, de 66 años, compareció en la puerta de su casa después de quedar en libertad tras cumplir una pena de 18 meses de arresto domiciliario.

La "Dama", como es conocida entre sus partidarios, se despidió de los presentes después del discurso .Cuando estos se marchaban, otros miles acudían a la casa desde distintos puntos de Rangún. Sus seguidores llevaban esperando su puesta en libertad desde el viernes por la mañana, cuando la LND dijo que el régimen militar había firmado la orden para que saliese libre.

Hoy, pasadas las 17.00 hora local (10.30 GMT), tres vehículos entraron en la vivienda de Suu Kyi, en el número 54 de la Avenida de la Universidad. Unos quince minutos después, los coches abandonaron la vivienda y empezaron a precipitarse los acontecimientos.

En un momento determinado los policías abandonaron los dos controles instalados a ambos lados de la calle de la casa y minutos después apareció un agente y empezó a retirar la alambrada de espino. Las personas congregadas no le dieron tiempo y se lanzaron a la casa de Suu Kyi para pedir su comparecencia, como finalmente ocurrió. La Nobel de la Paz había dicho que no aceptaría de los generales birmanos ningún tipo de libertad condicional.

Su liberación se produce seis días después de que el régimen celebrase las primeras elecciones parlamentarias en dos décadas sin contar con la oposición, en el último punto de su "hoja de ruta" hacia una "democracia disciplinada".

El partido del primer ministro del país, Thein Sein, que este año con otros compañeros colgó el uniforme para convertirse en político, ya se ha atribuido la victoria con la mayoría absoluta en ambas cámaras del nuevo Parlamento bicameral de la nación.Birmania está gobernada por un régimen militar desde 1962.

Una vida en lucha por la democracia

La líder birmana ha pasado 15 de los últimos 21 años en arresto domiciliario por defender reformas democráticas ante la Junta Militar de Birmania (Myanmar). De apariencia frágil, el linaje y el carisma personal de Suu Kyi la han convertido en el símbolo de la democracia en Birmania e, incluso en su aislamiento, su poder de movilización no tiene parangón en el país. Una ferviente defensora del pacifismo de Mahatma Ghandi y budista devota que practica meditación a diario, Suu Kyi es la piedra en el zapato de la cúpula militar.

El general Than Swe, el jefe de la Junta Militar y verdadero hombre fuerte del régimen, tiene prohibido que pronuncien el nombre de la opositora en su presencia y se refiere a ella como 'La Dama'. Muchos recuerdan los discursos a favor de la democracia y la reconciliación nacional de esta mujer sobria, vestida con el típico "longui" birmano y una flor en el cabello ante miles de personas.

En 1989, se abrió paso entre un pelotón de soldados, quienes no se atrevieron a disparar contra la hija del héroe de la independencia británica, Aung San. "No es el poder lo que corrompe, sino el miedo. El miedo a perder el poder", manifestó Suu Kyi un año antes de recibir el Nobel de la Paz, en 1991.

Nacida el 19 de junio de 1945, abandonó su país a los quince años con destino a la India, donde su madre, Khin Kyi, ocupaba el cargo de embajadora.

En los años 1960, se mudó a la ciudad universitaria británica de Oxford para cursar Filosofía, Economía y Política, aunque nunca obtuvo resultados brillantes y llegaron a rechazar su tesis doctoral. Allí conoció al que se convertiría en su marido, Michael Aris, con el que tuvo dos hijos: Alexander (1973) y Kim (1977).

Durante sus años en Oxford, Suu Kyi escribió un libro sobre su país en el que omitió los aspectos más controvertidos del férreo régimen militar, aunque siempre fue consciente de los problemas de su país.

Suu Kyi regresó a Birmania en 1988 , tras un periodo de trabajo y estudios en Japón y Bután, para cuidar a su anciana y enferma madre. El país vivía aquel año una revuelta popular, después de 26 años de dictadura socialista bajo el general Ne Win que habían destrozado la economía. El régimen respondió con la fuerza a las multitudinarias protestas y murieron más de 3.000 manifestantes en las calles de Rangún, pero Suu Kyi se había convertido ya en el símbolo de las aspiraciones democráticas.

En 1989 sufrió su primer arresto domiciliario que le impediría participar en las elecciones del año siguiente, que ganó su partido, la Liga Nacional por la Democracia. "Utilizad vuestra libertad para promocionar la nuestra", rezaba el discurso de "La Dama" leído en su ausencia en la ceremonia de los Premios Nobel en Oslo.

La lucha de Suu Kyi, quien ha padecido problemas de salud debido a varias huelgas de hambre, también inspiró a los monjes y estudiantes de protagonizaron las manifestaciones de 2007.

Sin teléfono ni internet y con las visitas controladas , Suu Kyi ha aprovechado sus años de confinamiento (1989-1995, 2000-2002 y 2003-2010) a estudiar, tocar el piano y mejorar su francés y japonés.

La Junta Militar impidió a Suu Kyi despedirse de su marido, quien murió en 1999 de un cáncer a miles de kilómetros de distancia, en Londres. No ha podido ver a sus hijos en diez años y, aunque los generales le tendieron un puente de plata para el exilio, ella prefirió sacrificar su familia y su libertad en aras de la democracia.

"Cuando me uní al movimiento democrático hice algunas promesas. Una de ellas es que no abandonaré hasta haber conseguido nuestro objetivo", es una de las frases que explican el tesón de esta mujer, incluso en la adversidad.

Además del Nobel de la Paz, ha recibido los premios Sajarov del Parlamento Europeo (1990), Rafto de Derechos Humanos (1990) y la Medalla de la Libertad que otorga el presidente de Estados Unidos (2000).