El ingeniero jubilado de 73 años confesó el lunes haber encerrado en un calabozo subterráneo a su hija Elisabeth, de haberla golpeado y violado sistemáticamente y de ser el padre de siete hijos nacidos de los continuados abusos. Según su declaración, él mismo quemó a uno de los bebés, que murió en 1996 poco después de nacer, en la caldera de de calefacción de la casa.
A pesar de todo, su abogado, Rudolf Mayer, ha afirmado que Fritzl está "emocionalmente roto". El letrado ha explicado que sólo ha conversado con su cliente durante diez minutos en su celda en la Fiscalía, pero que aún no ha podido tratar con él sobre sus acusaciones.
La macabra historia de incesto salió a la luz cuando la mayor de los hijos encerrados, Kerstin, de 19 años, tuvo que ser hospitalizada por sufrir una grave enfermedad, que los médicos atribuyen a una degeneración genética típica de un incesto.
Según ha informado el médico responsable del caso, Albert Reiter, la joven se encuentra en un estado "muy grave" en un coma inducido, y "sólo Dios sabe" si podrá sobrevivir.
El responsable de la seguridad pública de Baja Austria, Franz Prucher, ha asegurado que con la confesión de Fritzl "este caso está resuelto" y ha agregado que se trata de uno de los más graves en la historia criminal de la república alpina, "que supera todo lo conocido hasta ahora".
Para los medios austriacos la investigación sobre Fritzl continúa. Algunas informaciones aseguran que ya tenía antecedentes por abusos. EPF