En busca de armas de destrucción masiva

REBECA SAN CRISTÓBAL OREA 11/01/2009 00:00

El 8 de noviembre de 2002, el Consejo de Seguridad de la ONU aprobó la resolución 1441 sobre Irak. Esta contemplaba las consecuencias más graves ante la presencia de las supuestas armas de destrucción masiva.

Meses después, el 17 de marzo de 2003, se llevó a cabo la Cumbre de las Azores. En ella, Bush, junto a Tony Blair (Reino Unido) y José María Aznar (España) acordaba dar un ultimátum de 48 horas a Saddam Husein para que se exiliase y cerraban cualquier tipo de vía diplomática.

Pasado ese tiempo, Estados Unidos, junto a Reino Unido, lanzó su primer ataque contra Irak. En abril, Bush firmaba la ley de financiación de la guerra por 79.000 millones de dólares.

Anuncio del fin del conflicto

El 2 de mayo de 2003 Bush anunciaba, desde el portaaviones 'Abraham Linclon', el final del conflicto con una pancarta en la que podía leerse "Misión cumplida".

Pero fue un anuncio precipitado ya que en septiembre de ese mismo año el Presidente se veía obligado a solicitar al Congreso otros 87.000 millones de dólares. Justificaba su decisión asegurando que "el régimen de Saddam Husein tenía lazos con el terrorismo y construía armas de destrucción masiva".

No fue hasta el 28 de noviembre cuando consiguieron capturar al líder iraquí. Tras un largo proceso judicial fue condenado y ejecutado tres años más tarde, el 30 de diciembre de 2006.

El coleo de la invasión

Los años siguientes al anuncio del fin de la guerra supusieron muchos quebraderos de cabeza para Bush. En 2004 salió a la luz el escándalo de las vejaciones a las que eran sometidos los prisioneros iraquíes a manos de los estadounidenses en la prisión de Abu Ghraib.

En julio de ese mismo año, Bush recibió el informe de la Comisión que investigó el 11-S, donde se admitía que hubo "errores de cálculo" sobre la posguerra en Irak.

La situación es tal que Irak es considerado por analistas como el segundo país más inestable del mundo, por detrás de Sudán.