Los grafitis sexuales que turban a los bruselenses

Ana Núñez-Milara (@Ana_N_Milara) 25/09/2016 14:35

La semana pasada los habitantes de la céntrica y popular Rue des Poissonniers se despertaron con un descomunal fresco de cuatro pisos en el que, estrujando la mirada, se advierte una penetración en primerísimo primer plano cuya explicitud ha levantado el debate siempre latente sobre los límites del arte y en particular el callejero, expuesto al público sin anestesia ni vendajes. Su calidad artística está fuera de cuestión.

Por si este grafiti no fuera lo suficientemente turbador, o quizá por ello, dos días después apareció un pene de seis metros de altura que reposa sobre la pared de un edificio de viviendas y que, intencionado o no, se sitúa frente a un colegio católico en el que sus alumnos se ríen a hurtadillas o vuelven la cara. Más litros de tinta y más polémica para los vecinos, esta vez del barrio de Saint-Gilles, que protestan, se escandalizan y ríen al mismo compás mientras inmortalizan con sus móviles y cámaras esta impresión que más tarde mostrarán en las redes sociales.

Los frescos han sido dibujados en tiempo récord mientras duerme la ciudad y sin que vecinos o policía pudieran percatarse, lo que ha desconcertado a unas autoridades ávidas por encontrar al autor. Muchos atribuyen esta obra al descarado artista francés Bonom, que ya ha impregnado otras fachadas con trazo, forma y temática similar a los grafitis sexuales recién aparecidos aunque el joven ha negado la autoría.

La comuna ha acordado que en las próximas semanas limpiará el pene de la fachada y tanteará a varios artistas para cubrir la pared con lo que, dentro de las infinitas acepciones de la palabra, ellos consideran una obra de arte. Una obra que concuerde, quizás, con la tradición mural de la ciudad bruselense, que ha bebido del arte callejero canalla durante años y ha disfrazado edificios con trampantojos o cómics como Tintín, Asterix y Obelix o Lucky Luke.

Hay quién puede atisbar una brecha entre los últimos frescos sexuales y las obras de artistas como Jef Aerosol, Tian o HMI que lamen con tinta las paredes de la capital pero lo que es innegable es que el descaro del pene y la penetración ha resucitado el ejercicio de levantar los codos y alzar el objetivo.