Los padres de Kayla Mueller ayudan al Gobierno de EEUU a gestionar otros casos de rehenes

EUROPA PRESS 18/04/2015 09:07

Los padres de la joven cooperante estadounidense Kayla Mueller, que murió tras año y medio secuestrada por Estado Islámico en Siria, colaboran ahora con el Gobierno de Barack Obama en una "revisión" de casos similares, de tal forma que las autoridades puedan aprender y hacerlo "mejor" en el futuro.

Carl y Marsha Mueller han viajado esta semana a Madrid para participar en el Congreso #WeAreN2015 y, en una entrevista con Europa Press, han recordado la tragedia vivida desde que su hija fue capturada en Siria en agosto de 2013, cuando trataba de ayudar a la población local.

Estado Islámico confirmó la muerte de Mueller a principios de febrero de este año. Según informó la milicia, la cooperante nortamericana perdió la vida por un bombardeo de la aviación jordana, que colabora junto a Estados Unidos en la coalición militar creada para combatir el terrorismo yihadista.

Marsha Mueller ha recordado que, hasta el secuestro de su hija, los trabajadores humanitarios habían permanecido al margen del conflicto. "Todas las partes querían que su gente recibiese ayuda", ha dicho, al describir un escenario en el que las principales facciones permitían 'de facto' el trabajo de las ONG.

Sin embargo, Estado Islámico vio en los cooperantes una "oportunidad". El grupo terrorista suní les incluyó en su lista de objetivos y, a partir de entonces, "todas las organizaciones comenzaron a retirarse" del país por motivos de seguridad, ha lamentado la madre de Kalya.

El matrimonio Mueller llegó a cuestionar en sus primeras reacciones la respuesta del Gobierno norteamericano, con el que ahora colabora en una "revisión" relativa a la "situación de otros rehenes". Carl Mueller también ha confirmado que habla "frecuentemente" con las familias de James Foley y Peter Kassig, asesinados por Estado Islámico.

"Participando en esta revisión creemos que ayudamos a personas en la misma situación en el futuro", ha dicho, con la esperanza de que las autoridades norteamericanas puedan "hacerlo mejor", elaborar "un mejor plan la próxima vez".

UN MUNDO MEJOR

Carl y Marsha Mueller recuerdan a su difunta hija con emoción pero sin acritud, conscientes de que Kayla fue a Siria porque "no podía quedarse quieta cuando la gente sufría". "Tenía un don de Dios y lo usaba", ha explicado su padre, quien ha destacado de ella su "compasión por las personas que sufre".

Marsha Mueller, por su parte, ha subrayado que Kalya, ya desde pequeña, descubrió que "cuanto más ayudaba, más feliz era". Esta pasión le llevó a interesarse por la situación en África o en India, país este último donde incluso contrajo parásitos que le dejaron "muy enferma".

En su convalecencia en Estados Unidos, Kalya tampoco pudo quedarse en casa sin hacer nada. "Cuando estaba bajo tratamiento, iba de voluntaria a una clínica porque tenía que estar haciendo algo. Terminaron contratándola porque era buena en lo que hacía", ha afirmado su madre.

LA GUERRA DE KALYA

La familia entendía esta pasión y, mirando atrás, no es capaz de decir si habría "cambiado algo". Su padre, sin embargo, sí ha admitido que advirtió a su hija de los peligros que asumía viajando a Siria: "Por Skype, le dije que esta no era su guerra y que no necesitaba morir por ella".

Kalya le respondió: "Si están sufriendo, son también mi gente". "Tuve que dejarla ir", ha relatado Carl Mueller a Europa Press, satisfecho en cierta medida de que su hija hubiese encontrado una vida que le hacía "feliz".

Tras la noticia de su muerte, su familia se ha refugiado en la fe y en recuperar los mensajes que intercambiaba con la joven para hacer frente a los "días difíciles".

Su madre ha confesado que, a pesar del fallecimiento de Kalya, ha seguido escribiéndole: "Tengo diez cuadernos llenos desde que fue secuestrada". En ellos, Marsha Mueller le cuenta a su hija "lo que está pasando", parte de lo cual tiene que ver con la fundación que ha creado el matrimonio para seguir "ayudando a la gente", Kayla's Hands.

"Todo esto nos mantiene muy ocupados, no tenemos tiempo ni para pensar", ha añadido Marsha, que incluso se ríe al recordar cómo hacen ahora "lo que a Kalya le gustaría". "Estará sonriendo y diciendo: 'mi pequeña y tranquila madre que no hablaba con nadie'", ha apuntado.

"MÁS PERSONAS COMO KALYA"

Carl ha destacado que el caso de su hija ha demostrado que una persona puede "hacer la diferencia". La familia vendió a principios del año pasado la empresa que regentaban, inicialmente para tratar de que Kalya "volviese a casa" y ahora honrando su memoria.

"Necesitamos más personas que quieran ayudar, no es algo malo", ha dicho su madre, que rechaza que su hija pueda ser considera una ilusa por preocuparse por otras personas. "No hace falta ir a Siria, puedes hacerlo en tu ciudad, con tu vecino", ha agregado.

Carl Mueller confía en que pueda haber "más personas como Kalya, con una fe, una valentía y una compasión extraordinarias" porque son ellas las que "pueden cambiar el mundo". Tanto él como su mujer tratan ahora de cumplir con su legado en lo que ha consideran su "nuevo trabajo" en la vida.