En EEUU como en todo el mundo, siguen conmocionados por los detalles que se van conociendo del horror vivido por los 13 hijos, con edades comprendidas entre los 2 y 29 años, de la familia Turpin en una casa de California. Hoy se cumple su primera semana en libertad tras pasar décadas secuestrados, torturados, encadenados, malnutridos y sometidos a abusos físicos y emocionales. Durante años nadie sospechó nada. Solo algún vecino ha declarado que en alguna ocasión le llamó la atención el caso. Los niños figuraban como escolarizados en casa, una tapadera perfecta para ocultar a los menores en el Estado de California, donde la Ley de Educación es tan laxa que no exige a los niños presentarse a exámenes de evaluación , ni que los padres estén cualificados para enseñar, ni tampoco que el Estado inspeccione la vivienda donde se imparten las clases. Uno de los hijos si asistía a la universidad, pero siempre acompañado por su madre.
El estado cognitivo que presentan algunos de los menores está tan deteriorado que no saben lo que es un policía o un medicamento. Han estado tan aislados que su percepción del mundo real es muy limitada.
Los familiares del matrimonio Turpin tenían contacto con ellos a través de las redes sociales, donde aparentaban ser una familia normal con imágenes de visitas a Disneylandia o a las Vegas.
La Fiscalía centra su investigación en el contenido de cientos de diarios que los niños escribían ya que era la única actividad lúdica que se les permitía.
David Turpin de 57 años y su esposa Louis de 49 se han declarado inocentes de los cargos de maltrato y tortura a 12 de sus hijos ya que la niña pequeña de dos años era la única que no presentaba signos de desnutrición.
Si son declarados culpables, serán condenados a 94 años de prisión.