Sale de la cárcel el segundo empleado penitenciario acusado de colaborar en la fuga de los presos de Nueva York

EUROPA PRESS 25/06/2015 19:10

El abogado de Palmer, Andrew Brockway, se ha negado a realizar comentarios sobre las acusaciones pero ha asegurado que su defendido se declarará no culpable en la comparecencia de este jueves por la tarde en el juzgado de Plattsburgh, Nueva York. "El señor Palmer ha colaborado mucho con la investigación", ha afirmado Brockway, añadiendo que se trata de un hombre "con integridad que ha cometido algunos errores".

Gene Palmer, guardia penitenciario de 57 años en la prisión de la localidad de Dannemora, fue acusado el miércoles de haber proporcionado al menos a uno de los presos un destornillador y unos alicates de punta fina para ayudarles a desactivar los interruptores del pasillo de detrás de sus celdas, según ha afirmado en declaraciones a la CNN un familiar del funcionario.

En declaraciones a los investigadores, Palmer ha asegurado que supervisó cómo los presos, Richard Matt y David Sweat, desactivaban los interruptores y volvió a llevarse las herramientas antes de que terminara su turno. Las autoridades han confirmado que ambos reclusos usaron el pasillo de detrás de su celda durante su huida de la Instalación Correccional Clinton en Dannemora. Las herramientas fueron encontradas en la casa de Palmer después de que la Policía efectuara una orden de registro.

Palmer también aceptó pinturas de Matt y Sweat, de acuerdo con un detallado documento de las acusaciones contra él. Después de que los reclusos escaparan, Palmer trató de destruir las pinturas, quemando alguna en su casa y enterrando otras en bosques de los alrededores, según ha apuntado el documento. En total, Palmer se enfrenta a tres cargos por delitos graves --uno por promocionar el contrabando en prisión y otros dos por manipulación de pruebas físicas-- y uno menor de mala praxis.

La huida de los dos presos ha puesto en el punto de mira las relaciones entre reclusos y empleados penitenciarios después de que otra empleada de la cárcel, Joyce Mitchell, confesara que tenía la intención de conducir durante la fuga de los reclusos, a quien también entregó varias herramientas. Mitchell afirmó haber sido "seducida" por uno de los presos.