Con las administraciones de lotería ya cerradas, hay gente que aún se resiste a que la suerte no se le escape. Por eso todavía es posible encontrar a alguien buscando su décimo en cualquier puesto de venta. Los hay que intentan encontar un número en concreto o los que se desplazan hasta lugares en los que la naturaleza ha sido especialmente cruel con sus habitantes, convencidos que allí, la suerte, compensará otras necesidades. Todo parece posoble para el que persigue la suerte con tanto ahínco.