De mayor quiero ser chico

PILAR BERNAL Y EVA LUNA 13/01/2010 20:09

El calvario continuó en el instituto: "Me llamaban marimacho y me decían que era lesbiana. Y yo pensaba, pero es que yo soy un chico, un chico al que le gustan las chicas...". La pregunta que más odiaba por los pasillos era: "¿Tu qué eres chico, o chica?".

Durante años su vida ha sido un infierno: caminaba encorvado para ocultar un pecho generoso que la naturaleza le había dado equivocadamente. Para esconderlo usaba corsés que le hacían rozaduras y le apretaban hasta dificultarle la respiración ". Porque a mí, sujetador, ni se me pasaba por la cabeza ponerme...", nos explica . Acudía a la playa pero se bañaba con camisetas tamaño gigante que ocultaban las bandas elásticas que aplastaban su pecho. La piscina pública, jamás la pisó.

Fue en plena adolescencia cuando Jero se armó de valor para comunicarle a sus padres que emprendía el camino de construir su vida de verdad. A ninguno le sorprendió. Sus padres y su hermana asumieron lo que llevaban años intuyendo: Jero, en realidad, era un niño. A partir de ahí le apoyaron incondicionalmente.

El proceso iba a ser largo. La ley no le permitía empezar a recibir el tratamiento a base de hormonas hasta los 18 años, una legislación que el joven de 21 años cuestiona: "Lo importante es tener la cabeza bien amueblada y saber lo que quieres". La decisión deben tomarla, según él, los profesionales sanitarios. Además añade: "Si el médico y los psicólogos consideran que esa persona es apta para decidir me parece correcto. Lo que no entiendo es que decida un juez". Una opinión que comparte Dani, compañero de batalla en este arduo camino llamado reasignación sexual. Tiene 22 años pero se dice que se reconoce hombre desde que tenía uso de razón: "Me gustaban las pistolas y odiaba la ropa de niña". El sufrimiento, sin embargo, empezó al llegar al instituto: "Pensé hasta en suicidarme. No me aceptaban". Lo más duro que este chaval -que sueña verse con barba y voz ronca- tuvo que escuchar vino precisamente de su propia familia: "Mis padres y mi hermana lo entendieron pero mis abuelos y mis tíos llegaron a decirme: ójala te mueras en la operación". Ahora mira al futuro inmediato, ese 6 de abril que está a la vuelta de la esquina cuando empezará a hormonarse: "No me lo puedo creer, va a ser como volver a nacer"; al medio plazo: "Pienso en cuando tenga que operarme el pecho" y por supuesto al largo: "Quiero estrenar nuevo cuerpo, nueva vida, nuevo todo".

Dani no tiene novia pero sueña con ese momento, que ya le ha llegado a Jero: "Es muy importante en mi vida, me apoya y me respeta totalmente. Estuvo conmigo cuando me metí al quirófano y cuando salí de él. La vida es mucho más fácil con ella". Los dos, Jero y Dani, que se empeñan en sepultar sus antiguos nombres femeninos, comparten que sean los médicos los que decidan junto con el menor afectado sobre la operación de cambio de sexo. Pero no un juez. Para ellos adelantar el tratamiento supone adelantar el fin del sufrimiento.

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