El reto de dormir

DAVID PARDO / ÁLVARO SANZ 10/03/2010 18:09

Juan es joven, no supera los 30 años, pero lleva meses durmiendo un par de horas todas las noches. Aparentemente no tiene estrés, ansiedad y no hay cambios importantes en su vida. Por eso ha acudido a la Unidad del Sueño.

Se pone un pijama y le colocan decenas de sensores en la cabeza, el pecho y la cara. Son los encargados de detectar su actividad cerebral, sus movimientos y su respiración. Cuando se mete en el cuarto descubre que es especial. Tiene una cámara, micrófonos y está insonorizado.

A partir de aquí empieza el estudio. Los aparatos graban toda actividad de Juan. Tendrá que venir varias veces más para que los médicos le digan qué es lo que le quita el sueño.

El caso de Amador es diferente. Tiene apnea del sueño. Viene a la Unidad para seguir su tratamiento. Nos cuenta que se levantaba por las noches de repente, sin aire. Cuando se duerme en el cuarto, los aparatos detectan perfectamente la apnea. Hay momentos en los que se queda casi 20 segundos sin respirar. A largo plazo esto puede llevar a graves daños cerebrales, e incluso la muerte.

Ahora Amador duerme con un aparato especial en su casa. Está híper ventilado toda la noche para evitar la apnea. Ahora descansa y puede llevar una vida normal durante el día. "Antes me quedaba dormido siempre, incluso conduciendo tenía que parar, tomar un café, y luego seguir, y así varias veces", nos dice.

El caso del tercer paciente es todavía más curioso. Tiene el síndrome de piernas inquietas. "Esto empieza cuando te relajas, cuando te vas a dormir", nos dice. En ese momento empieza un movimiento involuntario de piernas que hace que los que sufren este síndrome, se tengan que despertar, y ponerte en movimiento para que se pase. Juan ha estado varias noches seguidas en andando por la casa sin poder pegar ojo. "Aprovecho para arreglar las cosas de la casa por la noche".

Aunque estos son casos extremos, un 18 por ciento de los españoles tienen problemas de insomnio de forma crónica. La vida rápida, el estrés y la alimentación suelen tener la culpa en la mayoría de los casos.