El consumo de frutos secos ayuda a prevenir enfermedades propias de la edad como la demencia

  • Un estudio detecta que el consumo de frutos secos mejora la acción de la insulina en las regiones cerebrales involucradas en procesos metabólicos y cognitivos

  • Los investigadores Kevin Nijssen y Peter Joris: “Las medidas preventivas a través de intervenciones dietéticas saludables adquieren gran importancia”

  • Más de 55 millones de personas en todo el mundo padecen demencia, una patología que se prevé que se duplique en 2050

Un nuevo estudio demuestra que, para adultos mayores con sobrepeso u obesidad, el consumo de frutos secos mejora significativamente la sensibilidad a la insulina en el cerebro, clave para prevenir enfermedades metabólicas y cognitivas relacionadas con la edad como la demencia. Más de 55 millones de personas en el mundo padecen esta patología. Por eso, afirman los investigadores Kevin Nijssen y Peter Joris, “las medidas preventivas a través de intervenciones dietéticas saludables adquieren gran importancia”.

Los participantes en el estudio, publicado en el American Journal of Clinical Nutrition y financiado por INC, consumieron diariamente 60 g de frutos secos mixtos durante cuatro meses. Así, “pudimos demostrar efectos beneficiosos sobre la memoria y los mecanismos subyacentes del cerebro. La cantidad se eligió deliberadamente en función de los beneficios cardiovasculares demostrados en estudios anteriores”, afirman los doctores Kevin Nijssen y Peter Joris. 

Y aunque, “nuestro estudio no proporciona evidencia concluyente sobre si se pueden obtener beneficios similares de cantidades mayores o menores de frutos secos. Si se pueden recomendar consumir durante períodos prolongados, enfatizando el potencial de beneficios sostenidos”, señalan.

El estudio se hizo con 28 hombres y mujeres de entre 60 y 70 años, con sobrepeso u obesidad, y consistió en un período de intervención de 16 semanas y un período de control (sin frutos secos), separados por ocho semanas. “Elegimos deliberadamente incluir en nuestro estudio a adultos mayores con sobrepeso u obesidad porque esta población tiene un mayor riesgo de deterioro cognitivo. Sin embargo, sería importante explorar si los resultados observados se extienden a diversas poblaciones como los adultos con peso normal”, explican los investigadores.

El estudio encontró que el consumo de frutos secos mejoró significativamente la acción de la insulina en las regiones cerebrales (occipital y frontal) involucradas en la modulación de procesos metabólicos y cognitivos. La investigación también mostró que la sensibilidad periférica a la insulina no se vio afectada. Sin embargo, el contenido de lípidos intrahepáticos, el colesterol LDL ("malo") en suero y la presión arterial sistólica fueron más bajos después del consumo de frutos secos en comparación con el período de control.

“Si bien la insulina es una hormona típicamente relacionada con la diabetes tipo 2, también tiene efectos profundos en el cerebro humano. Por lo tanto, abordar la sensibilidad cerebral a la insulina es importante para reducir el riesgo de trastornos cognitivos, como la demencia”, señalan Nijssen y Joris.

En el mundo hay más de 55 millones de personas con demencia, una patología que se prevé que se duplique en 2050, según ambos científicos. Por eso, “las medidas preventivas a través de intervenciones dietéticas saludables adquieren gran importancia”.

¿Hay otros alimentos con beneficios similares a los de los frutos secos?

Los participantes en el estudio tomaron nueces, pistachos, anacardos y avellanas. “Los resultados positivos sean atribuibles a la combinación única de componentes bioactivos que se encuentran en los frutos secos, como polifenoles, proteínas de origen vegetal, ácidos grasos insaturados, fibras, fitoesteroles y tocoferoles. Esto sugiere que los alimentos que comparten una composición similar de estos componentes bioactivos pueden ser prometedores para obtener beneficios cognitivos similares”, sentencian.

El estudio tiene una muestra muy reducida. “Reconocemos la importancia de ampliar nuestra investigación en el futuro” -dice la pareja de investigadores- para poder tener “un mejor examen de los posibles efectos diferenciales entre subgrupos”, teniendo en cuenta el sexo, la edad o enfermedades y en períodos más prolongados.

Nijssen y Joris destacan además que la mejor sensibilidad a la insulina en el cerebro que han demostrado es importante no solo por ·los beneficios cognitivos, sino también en el contexto de la regulación de la ingesta de alimentos y la saciedad. Nuestra investigación no incluyó estas mediciones relacionadas con el apetito o el comportamiento alimentario, lo que destaca un nicho para futuros estudios de intervención humana”. 

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