Combate el calor con tu dieta

Eva Cánovas 13/07/2015 10:35

Llegó el calor, la ropa ligera, las vacaciones, la playa... Nuestra cabeza está repleta de planes y de salidas que entre las cañitas con los amigos y los planes gastronómicos pueden arruinar el esfuerzo de todo el año por mantener a raya ese michelín malvado que ha querido instalarse en tu cuerpo desde Navidades.

Aunque lo ideal para estas fechas son las comidas fresquitas llenas de verduras y frutas, si un día sales a comer fuera procura cenar ligero para así compensar el exceso. Lo importante es que no caigas en un 'suma y sigue' de calorías constantes.

Lo cierto es que en verano nuestro apetito desciende y preferimos comidas poco copiosas y más ligeras. En invierno, mantener nuestra temperatura corporal nos hará demandar muchas calorías, pero en verano ese gasto energético se mantiene con una alimentación que nos evite sensación de pesadez.

Piensa que la digestión será más rápida o más lenta en función de los alimentos que hayamos ingerido. Esa digestión aumentará nuestra temperatura corporal y eso también incrementará nuestra sensación de calor. ¿Y qué te apetecerá hacer si estás ante la piscina o pasando el día en la playa? Mirarás el agua con ojos de deseo frustrado mientras resuena en tu cabeza el mensaje de cuando eras niño: "¡Tienes que esperar dos horas!"

Pues bien, buenas noticias. El corte de digestión, como tal, no existe. Esa es la forma de referirse a los efectos que produce en nuestro cuerpo un cambio brusco de temperatura. Y este puede producirse porque comer ha elevado nuestra temperatura y meternos en el agua muy fría hace que nuestro cuerpo sufra un colapso térmico. Lo mismo podría ocurrirte si bebieses agua muy fría: náuseas, vómitos, mareos, desorientación.

Así que si estás en el sur, tienes menos probabilidades de sufrir ese choque térmico, porque la temperatura del agua es más caliente; sin embargo, en el norte una entrada brusca en el mar puede causarte daño. En las playas del sur el riesgo del "corte de digestión" está más en las bebidas demasiado frías o en ingerirlas demasiado deprisa a causa del calor.

Para evitar esa situación, lo mejor que podemos hacer es comer ligero allá donde estemos y tomar precauciones como entrar en el agua despacio, mojando con cuidado nuestro cuerpo antes de sumergirlo para hacer que se habitúe a la nueva temperatura, refrescarnos de vez en cuando, evitar las largas exposiciones al sol, no beber bebidas demasiado frías y, por supuesto, huir de las comidas pesadas. Y si en algún momento sufres un "corte de digestión", tápate con una toalla para recuperar la temperatura y si no mejoras acércate al puesto de socorro o al médico más cercano.

Pero, sobre todo, consume alimentos de fácil asimilación que acortarán el proceso de digestión y evitarán la sensación de pesadez, gases, hinchazón o reflujo.

Estos son algunos de los alimentos recomendados para que tu dieta de verano te evite malas jugadas con el calor:

  1. En las verduras destacan el apio, las zanahorias, las espinacas, todas las variedades de lechugas, las patatas, el jengibre y las hierbas frescas como el perejil o la albahaca.
  2. El plátano, las ciruelas y las peras son frutas que se digieren bien por nuestro cuerpo, además de los arándanos, la papaya, la sandía, la piña o las fresas, entre otros.
  3. Toma carnes sin grasa y pescados blancos.
  4. Elige hidratos de fácil asimilación, como el arroz, la quinoa, la avena, el trigo o la pasta.
  5. Los alimentos fermentados tipo chucrut, kefir o yogur ayudan al equilibrio de bacterias buenas y malas del tracto digestivo y aceleran la digestión.

El modo en que cocines los alimentos también facilitará la asimilación. Rebozar y freír los alimentos, comprar alimentos precocinados o comida rápida o emplear salsas ricas en grasa para hacerlos pueden arruinar una buena digestión. Las mejores opciones para cocinar en verano son a la plancha, al vapor, el salteado, cocinar en su jugo, al horno o al papillote.

Y aquí van otros consejos que pueden serte de mucha ayuda:

  1. Cuanto más mastiques la comida más facilitas la digestión.
  2. Comer deprisa hace que tragues más aire, que no mastiques y que no seas consciente de la cantidad de alimento que estas ingiriendo. Piensa que la señal de saciedad no llega a tu cerebro hasta 15 minutos después de empezar a comer.
  3. Cuanto más líquido ingieras durante la comida menos efectividad tendrán los jugos gástricos y mayor será la sensación de hinchazón cuando las fibras ganen volumen en tu estómago.
  4. Las comidas con alcohol, cafeína o gas agravarán la sensación de sentirte hinchado.
  5. Come poca cantidad: recuerda que comemos más del doble de lo que nuestro cuerpo realmente necesita para vivir y eso acaba pasando factura de muchas formas.

En definitiva, sé consciente de lo que ingieres y te evitarás ganar peso, sufrir un corte de digestión, estar incómodo y somnoliento, o tener esa mala sensación durante horas. ¡Disfruta del verano sintiéndote bien!