Existe la fiebre de primavera: dificultad de concentración y más peligros de esta afección estacional

Ton Vilanova 30/04/2018 10:14

Si sientes un incremento de energía, vitalidad y apetito sexual. Si tienes más ganas de salir y dificultad concentrándote es más que probable que tengas fiebre de primavera.

Soñar despiertos, falta de interés en el trabajo o en el estudio y un fuerte deseo de estar al aire libre, son indicadores que se relacionan con la fiebre de primavera. Suele ser particularmente notorio en las personas que sufren del trastorno afectivo estacional (TAE), que experimentan importantes cambios de humor durante el invierno, cuando escasea la luz solar. También es posible que afecte a los niños se pongan nerviosos y necesiten quemar energías.

El término ‘fiebre de primavera’ viene de la estación en la que se producen estas sensaciones. Tras meses de frío y oscuridad, de llevar abrigos y sobrecapas, de vivir de puertas para adentro, nos encontramos en la estación favorita para muchos donde las plantas florecen, disfrutamos de cálidas brisas, el sonido de los pájaros y los días más largos.

El “peligro de la fiebre de primavera”

Durante el invierno, se agotan las reservas de serotonina, llamada la "hormona de la felicidad", ya que su producción depende de la luz solar, y en cambio, los efectos de la "hormona del sueño", la melatonina, son más notorios. Al llegar la primavera, el cuerpo reajusta sus niveles hormonales, liberando más endorfinas, testosterona y estrógeno, lo que se ve reflejado en los cambios de humor.

Como nos cuenta el Dr. De la Fuente, médico de familia de Doctoralia, la fiebre primaveral puede presentar síntomas como tos, oídos tapados, disminución del sentido del olfato, dolor de garganta, círculos oscuros debajo de los ojos (ojeras), hinchazón o bolsas debajo de los ojos, fatiga e irritabilidad. Esto es lo que se considera astenia primaveral, un cansancio que se puede acompañar de insomnio, mal humor y dolor de cabeza (cefalea).

Al final, la fiebre de primavera es tan sólo un ejemplo más de cómo nuestra vida diaria está gobernada por los patrones estacionales y nuestro ritmo circadiano