Seminci: Una habitación de hospital, escenario lleno de recuerdos y humor en Bon rétablissem

EUROPA PRESS 25/10/2014 10:45

Una caída, no se sabe si accidental o premeditada, al río Sena desde un puente lleva a Pierre, protagonista de la cinta, directo al hospital, donde se recupera gracias a que un joven se lanzó al agua a por él; amnésico fruto del golpe, con una pierna rota y la pelvis hecha añicos, la habitación de este hombre a quien todo el mundo se empeña en considerar anciano se convierte en un constante ir y venir de personas.

Su hermano Hervé, los médicos, acompañados en ocasiones de grupos de internos; las enfermeras, las auxiliares que le llevan la comida y el fisioterapeuta no permiten que Pierre pase solo ni un minuto, lo que le lleva a la desesperación en el caso concreto de una niña que entra y hace uso de su ordenador.

Postrado en una cama en la que se recupera de sus lesiones, el carácter de Pierre va tomando un cariz distinto a medida que, a preguntas del personal o fruto de las visitas que le hacen, tiene que recordar episodios de su vida como la muerte de su esposa a causa de un aneurisma y la distancia que tenía con ella entonces; el accidente laboral del que le salvó una llamada de teléfono o la aventura con una pianista a la que dejó, de un día para otro, fruto de las desgracias anteriores.

Su especial relación con una de las enfermeras del hospital, la confesión de un joven policía sobre el parecido que guarda con su padre ya fallecido; la tolerancia a las "sustracciones" del portátil que la joven paciente hace para atender su cuenta de Facebook y la aparición en escena de Camille, el joven que le salvó la vida, hace que poco a poco la visión y actitud de Pierre vaya cambiando.

De este modo, se decide a llamar de nuevo a su amante, quien tiene ahora otra relación, y arrepentido de haber juzgado a Camille, un joven dedicado a la prostitución para poder pagarse los estudios, le ofrece ayudarle en su casa a cambio de una habitación y cocina, lo que le permitiría salir del mundo en que se encuentra.

Finalmente y tras varias sorpresas, Pierre recordará el modo en que, en pijama y batín, fue a parar al Sena una noche en la que su gato Harapo decidió salir a pasear.

EL DIRECTOR

Jean Becker nació en París en 1933 e hijo del cineasta Jacques Becker ('París, bajos fondos' o 'Los amantes de Montparnasse'), trabajó como ayudante de su padre, aportando muchas ideas a 'La evasión'.

Su primera película como director fue 'Un tal La Rocca', protagonizada por Jean-Paul Belmondo, con quien trabajaría también en sus dos películas siguientes: 'A escape libre' y 'Simpático sinvergüenza'. A continuación, dirigió la comedia 'Pas de caviar pour tante Olga', y a partir de entonces se centró en el cine publicitario, actividad que realizaría durante 15 años antes de regresar a la pantalla grande con 'Verano asesino', que convirtió a su protagonista, Isabelle Adjani, en una estrella de gran popularidad.

Diez años después volvió a ponerse tras la cámara para filmar 'Elisa', protagonizada por Vanessa Paradis, y en 1998 su película 'La fortuna de vivir' fue nominada a cinco premios César, entre ellos los de Mejor Director y Mejor Película.

Con 'Un crimen en el paraíso' (2000) adaptó la obra teatral 'La Poison', de Sacha Guitry, y posteriormente ha estrenado 'Los jardines de la memoria' (2003), 'Conversaciones con mi jardinero' (2006), 'Dejad de quererme' (2008) y 'Mis tardes con Margueritte' (2010).