Charlene acompañaba a su marido en este encuentro que comenzaba con una reverencia, un beso en la mano del Santo Padre e intercambio de regalos. Alberto II obsequiaba al pontífice una copia de la encíclica *Laudato Si* en una edición especial realizada en el Principado y una cesta de productos alimenticios. El Papa tenía preparado para ellos la medalla de San Martín de Tours, recordando que es la imagen de la ayuda a los pobres y también un peluche y una muñeca para los mellizos.
Vestida con un velo y abrigo color marfil, que es el color permitido ante el pontífice para las princesas y reinas católicas, la princesa Charlene se mostró seria en el encuentro y completó su look con guantes blancos, zapatos de tacón beiges, un clutch del mismo color y labios color vino.