¿Basta con que la Iglesia pida perdón por los casos de pederastia?

ANDRÉS VILLENA OLIVER 19/03/2010 00:00

Pocos sacerdotes y teólogos se prestan a hablar con Informativos Telecinco sobre los múltiples casos de abusos sexuales y, sobre todo, sobre la tibia respuesta que la Iglesia ha protagonizado ante estas constantes crisis. "Sobre este tema ya se ha hablado suficiente", nos sugiere un sacerdote, muy crítico con la Iglesia católica, que no obstante expresa su recelo al "sensacionalismo" de los medios de comunicación.

Un silencio que hay que romper

Este silencio se interrumpe, afortunadamente, al conversar con Juan José Tamayo, secretario general de la Asociación de Teólogos Juan XXIII, Catedrático de Teología y Ciencias de las Religiones, además de colaborador habitual de medios como el diario 'El País'. Tamayo descarta que la cascada de denuncias venga exagerada por los medios de comunicación y prefiere centrar toda la atención en la gravedad de lo sucedido: "Lo que importa es la realidad que hay detrás, y los hechos son los hechos".

Para este teólogo, lo ocurrido en el seno de la Iglesia y su respuesta a estos acontecimientos "delata su doble moral, cínica y farisaica. Estos casos son, además, la punta del iceberg". Ante la publicación de estas noticias, la Iglesia "utiliza el mecanismo de defensa de silenciarlo o de encubrirlo o de no valorarlo o no condenarlo, aun cuando hay que reconocer que a la vista de tantas evidencias no les ha quedado más remedio que levantar la voz y condenarlo de manera firme. Esto no lo ha hecho hasta que no ha habido pruebas evidentes".

"Ahora, lo que se ha puesto de manifiesto ha sido el dedo acusador sobre el Papa, considerándole responsable y culpándole en cierta medida de lo sucedido".

La reacción de la Iglesia brilla por su ausencia

Este prestigioso especialista no observa, sin embargo, una reacción lo suficientemente contundente por parte de las distintas jerarquías eclesiásticas. Ni mucho menos: "El problema es que surgen casos y más casos y se implica a las máximas autoridades eclesiásticas y luego la institución católica sigue indemne: no hay arrepentimiento, no hay cambio de actitud, no hay un movimiento de revisión del celibato. Siempre hay una excusa, siempre hay una justificación".

"Insensibilidad ante el sufrimiento ajeno"

¿Por qué esta cerrazón? ¿Acaso no beneficiaría una mayor transparencia a una institución que va perdiendo arraigo de manera exponencial a lo largo de los últimos años? Las reflexiones de este Profesor dibujan un panorama desolador.

"Hay una insensibilidad ante el sufrimiento ajeno, un acorazamiento. La Jerarquía Católica es paquiderma, no muestra sensibilidad ni actitudes de compasión; piense usted en el sufrimiento de esta pobre gente que ha tenido que vivir reprimiendo estas experiencias, no queriendo hacerlas públicas por miedo de que les pudieran perseguir dentro de la Iglesia. Conocidos estos casos, la denuncia tendría que ser un clamor, el arrepentimiento debería ser una ceremonia pública. Las penas, consecuentes al delito, porque se trata de comportamientos patológicos. Los culpables tendrían que ser inhabilitados para que no continúen ni un día más en los centros de educación, con los profesores y sacerdotes".

En este sentido, el comportamiento de la Iglesia parece el más previsible: incapaz de negar una evidencia que se hace cada día más clara, queda por ahora conforme con la condena de estos casos. No obstante, podría estar haciendo mucho más: "Después del perdón tiene que venir un propósito de enmienda, sanciones para los culpables, colaboración con los tribunales civiles"; es lo propio de una sociedad madura.

Todo parece indicar que una especie de 'imperio del miedo' continúa dictando las conductas en el seno de una institución milenaria insuficientemente adaptada a los tiempos actuales: "El miedo está instalado en todos los sectores de la sociedad, pero especialmente en la Iglesia católica; empieza por las propias víctimas, que no se atreven a denunciarlo, continúa con los propios verdugos y sigue de parte de los informantes que podrían hacerlo público y siguen instalados en el propio temor. Y lo peor es que con este miedo hacemos un flaquísimo favor a la Justicia".

El debate sobre el celibato

Por último, Juan José Tamayo aporta una interesante reflexión en relación con el celibato como posible causa de parte de estos comportamientos patológicos: "Hay una relación entre estos casos y la ley del celibato. El celibato no es una opción libre que asume el religioso cuando es ordenado, es una imposición que no es asumida voluntariamente y que constituye una represión de la sexualidad, un control de los instintos de los clérigos por parte de la institución. La salida es este tipo de comportamientos patológicos, que son bestiales, de una crueldad extraordinaria. Sin embargo, no se produce ni siquiera un mínimo planteamiento o una revisión por parte de los responsables".

No iba, por tanto, muy desencaminado el Arzobispo de Viena, Christophe Schönborn, que la pasada semana señaló el celibato como posible motivo de estos comportamientos condenables: "De todos estos casos había que concluir, primero, que se debe a una ley que atenta contra la propia persona y sus orientaciones sexuales. Pero siguen convencidos en 'mantenella y no enmendalla', afirmando que esta rígida normativa no se puede mutar porque es de origen divino. Y ni siquiera la Historia ha demostrado esto último fehacientemente", concluye Tamayo. Algunas fuentes coinciden con que, no obstante, el debate sobre el celibato ha penetrado ya en el Vaticano. Razones para seguir creyendo...