Así, la Sala señala que "está probada de manera inequívoca la actuación del procesado violentado la voluntad de la niña que no quería mantener relación alguna con él", por lo que lo condena a 11 años de cárcel y a indemnizar con 5.000 euros a la víctima, con la que no podrá comunicarse ni acercarse a ella durante 15 años. También se le impone la pena de ocho años de libertad vigilada.
En este caso, según la sentencia, se da un agravante de abuso de confianza, dado que el condenado era del entorno familiar de la víctima, a quien la niña llegaba a llamar "tío".
"Fue esa condición semifamiliar lo que le permitió estar en la casa de la niña y quedarse a solas con ella sin que la madre albergara ningún género de temor", apunta la Sección Segunda de la Audiencia Provincial de Lugo.