La operación comenzó hace varios meses, en el aeropuerto de Alicante, con la llegada de pequeños envíos de calzado, ropa, relojes y cosméticos que recibían los ahora detenidos, cuatro de nacionalidad marroquí y un senegalés.
Las prendas estaban escondidas en diversos domicilios y locales, propiedad de los arrestados, situados en la provincia de Murcia, en los que se encontraron más de 35.000 prendas, valoradas inicialmente en unos tres millones de euros.
La dificultad de la operación radicó en que en las viviendas y locales habían practicado habitaciones secretas, con complejos dispositivos que accionaban los mecanismos de apertura, algunos de ellos de muy poco tamaño y difíciles de encontrar.
Además de las prendas, ya falsificadas, disponían de numerosas etiquetas para falsificar en los mismos locales.