El Papa pide acción conjunta para contener el terrorismo fundamentalista, que se nutre de falta de ideales en Occidente

EUROPA PRESS 11/01/2016 13:49

El Papa ha reclamado ante el cuerpo diplomático acreditado ante la Santa Sede "una acción política conjunta y acordada" para contener la "propagación del extremismo y del fundamentalismo, con sus implicaciones de carácter terrorista, que producen tantas víctimas en Siria y Libia, así como en otros países, como Irak y Yemen".

Además, ha advertido de los caldos de cultivo del extremismo. "El extremismo y el fundamentalismo se ven favorecidos, no sólo por una instrumentalización de la religión en función del poder, sino también por la falta de ideales y la pérdida de la identidad, incluso religiosa, que caracteriza dramáticamente al así llamado Occidente --ha recalcado--. De este vacío nace el miedo que empuja a ver al otro como un peligro y un enemigo, a encerrarse en sí mismo, enrocándose en sus planteamientos preconcebidos".

Francisco ha recordado que precisamente en Bangui reafirmó junto con la comunidad musulmana de la República Centroafricana, que "quien dice que cree en Dios ha de ser también un hombre o una mujer de paz". "Nunca se puede matar en nombre de Dios. Sólo una forma ideológica y desviada de religión puede pensar que se hace justicia en nombre del Omnipotente masacrando deliberadamente a personas indefensas, como ocurrió en los sanguinarios atentados terroristas de los últimos meses en África, Europa y Oriente Próximo", ha subrayado.

Ante los miembros del Cuerpo Diplomático acreditado ante la Santa Sede, el Papa se ha referido a los temores sobre la seguridad, "exasperados sobremanera por la amenaza desbordante del terrorismo internacional", pero ha alentado a cerrar "un compromiso común" que acabe "decididamente" "con la cultura del descarte".

NO PERDER LOS PRINCIPIOS DE HUMANIDAD

"No podemos consentir que pierdan los valores y los principios de humanidad, de respeto por la dignidad de toda persona, de subsidiariedad y solidaridad recíproca, a pesar de que puedan ser, en ciertos momentos de la historia, una carga difícil de soportar", ha exhortado.

Por otro lado, el Pontífice ha asegurado que Europa tiene los instrumentos necesarios para "garantizar la asistencia y la acogida de los emigrantes" y ha resaltado "la grave emergencia migratoria" que está afrontando el mundo. Por ello, ha llamado a los diplomáticos a "discernir sus causas, plantear soluciones, y vencer el miedo inevitable que acompaña un fenómeno tan consistente e imponente, que a lo largo del año 2015 ha afectado principalmente a Europa, pero también a diversas regiones de Asia, así como del norte y el centro de América".

En este sentido, ha pedido "detener las tragedias", poniendo en discusión "costumbres y prácticas consolidadas". Concretamente, ha hecho referencia a las imágenes "de los niños ahogados en el mar, víctimas de la falta de escrúpulos de los hombres y de la inclemencia de la naturaleza". "Quien logra sobrevivir y llegar a un país que lo acoge, lleva permanentemente las profundas cicatrices provocadas por esas experiencias, además de las producidas por los horrores que acompañan siempre a las guerras y a las violencias", ha señalado.

Así, ha exigido planes a "medio y largo plazo que no se queden en la simple respuesta a una emergencia". "Ante la magnitud de los flujos y sus inevitables problemas asociados han surgido muchos interrogantes acerca de las posibilidades reales de acogida y adaptación de las personas, sobre el cambio en la estructura cultural y social de los países de acogida, así como sobre un nuevo diseño de algunos equilibrios geopolíticos regionales", ha explicado asegurando que se trata de un flujo, especialmente en Europa, sin precedentes en la historia, ni siquiera al final de la Segunda Guerra Mundial.

LA "PLAGA" DEL HAMBRE FRENTE AL DESPILFARRO

Junto a las guerras, Francisco ha señalado que el hambre sigue siendo "una de las plagas más graves" con millones de niños que mueren cada año por su causa. El Papa ha criticado que "a menudo estos emigrantes no entran en los sistemas internacionales de protección en virtud de los acuerdos internacionales". "Un espíritu individualista es terreno fértil para que madure el sentido de indiferencia hacia el prójimo, que lleva a tratarlo como puro objeto de compraventa", ha criticado.

En esta línea, el Papa ha arremetido contra las actitudes que manifiestan insensibilidad ante cualquier forma de despilfarro, comenzando por el de los alimentos, el que ha dicho que es uno de los más "vergonzosos", pues son muchas las personas y las familias que sufren hambre y desnutrición, y lo ha atribuido a la cultura del descarte. "No se considera ya a las personas como un valor primario que hay que respetar y amparar, especialmente si son pobres o discapacitadas, si todavía no son útiles -como los no nacidos-, o si ya no sirven -como los ancianos-", ha subrayado.

"ARROGANCIA" DE LOS PODEROSOS

En definitiva, ha arremetido contra "la arrogancia de los poderosos" que, "con fines egoístas o cálculos estratégicos y políticos, instrumentalizan a los débiles y los reducen a objetos".

El Papa no ha olvidado a los cristianos que cada vez más en masa, "han tenido que abandonar durante los últimos años su propia tierra, en la que han vivido incluso desde los orígenes del cristianismo" y ha señalado que "regresarían de buena gana a sus propios países si encontraran adecuadas condiciones de seguridad y de subsistencia".

"También en este caso, pienso en los cristianos del Oriente Próximo, deseosos de contribuir, como ciudadanos a pleno título, al bienestar espiritual y material de sus respectivas naciones", ha manifestado.

Más concretamente, Francisco ha pedido la resolución del conflicto palestino-israelí, ha alabado el Acuerdo sobre el programa nuclear Iraní así como a la consecución del acuerdo sobre el clima en la Conferencia de París, pero ha lamentado "los graves contrastes que han surgido en la región del Golfo Pérsico, así como al preocupante ensayo militar realizado en la península coreana". Además, ha valorado positivamente "el clima pacífico de convivencia en el que se han realizado las recientes elecciones en la República Centroafricana, así como las nuevas iniciativas que se han puesto en marcha en Chipre. También se ha referido con "esperanza" a la solución diplomática a la crisis en Siria y las señales positivas de Libia.

El Pontífice también ha lamentado los desafíos tiene que afrontar la familia en este tiempo en el que está "amenazada por el creciente intento, por parte de algunos, de redefinir la institución misma del matrimonio, guiados por el relativismo, la cultura de lo efímero, la falta de apertura a la vida". "Hoy existe un miedo generalizado a la estabilidad que la familia reclama y quienes pagan las consecuencias son sobre todo los más jóvenes, a menudo frágiles y desorientados, y los ancianos que terminan siendo olvidados y abandonados", ha clamado. Por ello, ha llamado al diálogo, que ha definido como "el mejor antídoto contra el individualismo" para combatir "el cansancio y los resentimientos" en la sociedad.