Juan se une a esta lista de nuevas promesas, todos niños que se convertirán en grandes matadores. Este niño precoz ya a los cinco años le dijo a sus padres que sabía lo que quería ser.
Ellos le compraron una muleta y lo inscribieron a una escuela taurina para que aprendiera todo lo que debía.
A los siete años salió a torear su primera becerrilla y desde entonces, sólo espera la mayoría de edad para enfrentarse a la plaza, porque "formas de torear hay muchas, pero sólo una buena".
Calerito como prefiere que lo llamen, asegura que lo que le gusta del toreo es el miedo que siente antes de salir "para superarlo después". ZA