“Los juguetes de Karmele”

TELECINCO.ES 26/05/2010 11:52

Bolas chinas, columpios del amor, hierbas afrodisiacas, margaritas vibradoras y traviesos conejitos se pasean por estas páginas que recorren la loca historia de los juguetes eróticos desde Adán y Eva. Todo el mundo, en todas las épocas, ha buscado el éxtasis, esa «explosión corporal –dice Karmele Marchante– que nos transporta a un lugar que cada vez distinto y, por tanto, inacabable». Pero para ello se necesita disponer de tiempo y ganas, ansias de saborear lo desconocido, reinventar lo visto y rehacer todo de nuevo soñando con las sorpresas que nos aguardan. El sexo, así concebido, se convierte en un limbo feliz.

El triángulo amor-sexo-juguetitos se despliega aquí ante los ojos de los lectores a través de una serie de atractivas historias que cualquiera puede vivir si se empeña en ello.

Primeras líneas de “Los juguetes de Karmele”:

“Nadie nace con el orgasmo aprendido ni tiene capacidad para responder a la denostada pregunta que siempre nos produce risa en el entorno periodístico: ¿el sexo es innato o se hace con el paso del tiempo?

Cuando somos bebés y, por tanto, inocentes, solemos llevarnos —lo dice la ciencia— las manos a los genitales. Por algo será. ¿Y si me chupo el dedo? Clarísimo, son actos reflejos que nos producen satisfacción.

Ese solaz es lo que buscamos a lo largo de nuestra vida. Llegar al buscado éxtasis que, desde el principio, siempre nos ha llevado a cometer tantas locuras.

Pero para disfrutar de esa explosión corporal que nos transporta a un lugar que cada vez es distinto y, por tanto, inacabable, hay que aprender a ir en el carril bici con mucha paciencia, disponibilidad de tiempo y ganas, ansias locas de tenerlo todo, saborear lo desconocido, reinventar lo visto y rehacer todo de nuevo soñando con las sorpresas que nos aguardan.

El sexo, concebido así, es un túnel sideral que atraviesa, durante años luz, toda nuestra vida. Un conducto vital por el que transitar y disfrutar con una buena mochila cargada de conocimientos y adminículos que nos otorguen la suerte de no salir jamás de allí. Un limbo nuevo y feliz. El inacabable triángulo amor-sexo-juguetitos se abre para toda la humanidad como la autopista-tobogán que sólo nuestros cuerpos pueden definir con los sentidos.”