En el último episodio de la ficción, tras regresar al palacio de Leon, Bella cae gravemente enferma. Alarmado ante el delicado estado de salud de su amada, el príncipe DalVille busca en vano un médico que la salve hasta que, desesperado, hace una promesa: si Dios salva a Bella, él cambiará. Cuando Bella se recupera gracias a la intervención de Armand, Leon es consciente de la obligación contraída. Incapaz de esconder su amor por Bella, le promete que satisfacerá todos sus deseos.
La joven decide entonces aprovechar su influencia sobre Leon para mejorar la vida de los habitantes del pueblo: con la ayuda de Armand crearán una escuela para los niños y una fábrica de perfumes, que dará trabajo a todos. Poco después, el príncipe se plantea pedir a Bella que se case con él durante una fiesta en palacio a la que asistirán los habitantes de sus tierras, ocasión que aprovechará Hélène para frustrar su plan.
Entretanto, los campesinos de la localidad, enfurecidos con las últimas y controvertidas medidas del príncipe, se rebelan y deciden asaltar su palacio. Tras ser informada de la revuelta popular, Bella, que se preparaba para abandonar el lugar en el que creció, se da cuenta de que no puede abandonar a DalVille y se dirige a la mansión para prestar su ayuda a su amado.