La venta ambulante en las playas de Barcelona se ha convertido en algo que la gente ve normal. Con productos tan variados que van desde masajes, peinados, paseos por la playa, pareos e incluso mojitos, de los que ya se ha dicho muchas veces que contienen bacterias fecales. Los clientes potenciales para todos los vendedores suelen ser los turistas, los cuales compran productos.
Cuando el reportero intenta hablar con alguno de estos comerciantes ambulantes, estos se muestran muy reacios a hablar. A pesar de que esta venta está penada por la ley, se puede ver que ellos siguen vendiendo diariamente, y el truco para evitar a la guardia urbana es esconder la mercancía que venden, e incluso la que roban. El lugar donde suelen esconder las cosas es debajo de la arena.
El reportero incluso habla con uno de los vendedores, el cual admite que aparte de vender también se roba. Cuando de repente aparece un guardia urbano de incógnito, rápidamente desaparecen todos los vendedores, y este, a pesar de que el reportero le dice donde ha escondido las cosas, no lo comprueba.