Las fiestas ilegales en Madrid durante el confinamiento: habitaciones aisladas, descontrol y sin mascarilla

  • Hay que estar registrado en una lista privada para poder acceder

  • Ventanas, paredes y puertas están cubiertas con material aislante y corcho

  • Tienen datáfono en la entrada, vigilantes en el portal y todo tipo de bebidas

Mientras Madrid se encuentra confinado debido a las altas cifras de personas contagiadas por coronavirus, numerosas personas acuden a unos pisos donde se celebran unas fiestas clandestinas en las que se cuida hasta el más mínimo detalle.

Los bares, restaurantes y locales de ocio nocturno deben cerrar obligatoriamente a las 23:00 horas y a partir de las 22:00 horas no pueden coger a más clientes. Sin embargo, los jóvenes crean una diversión ilegal organizando unas fiestas donde se incumplen todas las normas para la pandemia: sin mascarilla, sin higiene y, lo peor de todo, sin distancia de seguridad entre desconocidos.

La fiesta, desde dentro

El equipo de 'El programa de Ana Rosa' accede a una de estas fiestas con una cámara oculta. Nada más timbrar a la puerta aparece un chico con un listado en la mano, donde tiene que estar registrado tu nombre para poder disfrutar del evento. Luego, ya en el domicilio, accedes a una habitación con música, luces de discoteca y numerosas personas sin mascarilla bajos los efectos del alcohol y con ganas de disfrutar como en la antigua normalidad.

Los organizadores justifican que la fiesta era "un cumpleaños". Una pequeña habitación donde cabían unas 50 personas y que tenían perfectamente preparada para no dañar el material: las paredes y ventanas estaban cubiertas con un material aislante para evitar ruido y desperfectos. La nevera estaba llena de todas las bebidas necesarias e, incluso, tenían agua para pasar con un mejor trago la resaca nocturno.

Como confirma Laura Pomar, que estuvo allí presente, le sorprendió su organización: "Tenían datáfono en la puerta y cuando acababa la fiesta lo recogían todo y lo dejaban como si no hubiese pasado nada". Una serie de personas que tenían todo estudiado al detalle, ponían personas haciendo vigilancia en la puerta del portal y los creadores de la fiesta alquilaban la vivienda para sacar una serie de beneficios con esta celebración clandestina.